La Conferencia Episcopal de Corea pide a la Congregación para las Causas de los Santos que estudie su beatificación y la de otros 80 mártires
En el contexto de la Guerra Fría, sin cicatrizar aún el trauma de la II Guerra Mundial, uno de los conflictos más trágicos de la época fue el que se dio en Corea entre 1950 y 1953, una guerra civil que acabó con la vida de tres millones de personas y que dividió en dos la península, desgajándose desde entonces el Norte en un régimen comunista encabezado por Kim Il-sung.
En lo religioso también significó el fin de toda presencia cristiana en el Norte, corriendo la sangre de los mártires. Una persecución simbolizada en el obispo Francis Hong Yong-ho. Nacido en Pyongyang en 1906, se ordenó sacerdote en 1933 y, en 1944, fue nombrado vicario apostólico de Heijō y obispo de Auzia. El mismo Pío XII recibió en 1949 con gran consternación la noticia de su encarcelamiento, desapareciendo desde entonces todo rastro suyo.
Pese a cumplirse 13 años sin noticias de Hong y sin tener ninguna prueba de que estuviera vivo, en 1962, Juan XXIII creó la Diócesis de Pyongyang y le nombró a él como su obispo titular. Un gesto cargado de simbolismo y con el que Roncalli buscaba también señalar ante el mundo la encarnizada persecución contra los cristianos en Corea del Norte.
Ahora, 60 años después, ha sido la Conferencia Episcopal de Corea la que ha dado otro significativo paso a la hora de reivindicar la memoria del obispo Hong (del que el Anuario Pontificio, por cerrar de algún modo el caso, certificó su muerte en 2013) y la de otros 80 mártires asesinados por el régimen comunista (49 sacerdotes, siete religiosos y 25 laicos) en los cuatro años que duró la guerra civil.
Tras iniciar la Archidiócesis de Seúl en 2008 el estudio del caso y abrir en 2014 el proceso canónico, los testimonios de los hoy reconocidos como siervos de Dios han sido enviados a Roma para que sean convenientemente analizados por la Congregación para las Causas de los Santos para que esta dirime si corresponde o no su beatificación.
Como recoge Asia News, en el acto de presentación del proceso a los medios, este 7 de junio en la sede de Conferencia Episcopal de Corea, el arzobispo de Seúl, Peter Chung Soon-taick, defendió que “el obispo Hong y sus compañeros son figuras diferentes de los mártires de la era de la persecución de hace 200 años. Son personas que compartieron con nosotros la historia del siglo XX; son, realmente, parte de nuestras vidas. Dieron su vida para dar testimonio de lo que importa”.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Corea, Mathias Ri Iong-hoon, obispo de Suwon, añadió que, “en la dura realidad de que aún vivimos en un país dividido por conflictos ideológicos entre el Norte y el Sur, espero sinceramente que la promoción de la beatificación de estos mártires servirá de base para promover la reconciliación y la unidad”.