“No hay que mirar sólo a las pobrezas materiales, que exigen una respuesta concreta, sino también a las otras presencias injustas donde no se respeta la dignidad de la persona”. El arzobispo italiano Rino Fisichella, organizador del Jubileo de 2025, reivindicó la labor de “denuncia profética” que debe hacer la Iglesia católica “frente a todas las causas que provocan la pobreza”. Lo hizo este martes durante la presentación en el Vaticano del Mensaje del Papa para la VI Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el próximo 13 de noviembre.
Antiguo presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, englobado tras la reforma de la Curia romana en el Dicasterio para la Evangelización, Fisichella destacó las consecuencias de la guerra en Ucrania a la hora de analizar los efectos de la pobreza: “La mirada de quienes toman este texto entre sus manos está necesariamente fija en los tristes acontecimientos que se están viviendo en los últimos meses y que aún mantendrán a poblaciones enteras bajo el chantaje del miedo y la guerra en las próximas semanas”.
Tras recordar los llamamientos del Papa para tomar conciencia de las consecuencias del conflicto bélico, el arzobispo italiano denunció las “grandes penurias y sufrimientos” que provocan las guerras “también en las poblaciones que viven cerca y que, por la dependencia de los recursos a nivel global, sufren inevitables dificultades y sacrificios”.
Al analizar el pensamiento de Francisco plasmado en el Mensaje para la VI Jornada Mundial de los Pobres, Fisichella afirmó la importancia de rechazar primero “cualquier forma de ‘relajación’”, consecuencia del “secularismo exasperado” existente en nuestra sociedad y que “encierra a las personas dentro de una muralla china sin más sentido de la responsabilidad social, con la ilusión de vivir una existencia feliz, pero de hecho efímera y sin fundamento”. Para despertar de ese “sueño de indiferencia” hay que recurrir a la “vigilancia de la caridad”, pues ésta es “el corazón palpitante del cristiano”.
En segundo lugar es necesario “asumir la solidaridad como forma de compromiso social y cristiano”, teniendo en cuenta que ello supone “compartir lo poco que tenemos con aquellos que no tienen nada, para que ninguno sufra”. Ha llegado el momento, destacó el organizador del Jubileo de 2025, de que “nadie tenga que encontrarse en la indigencia y la miseria”. Para ello resulta imprescindible darle el “justo valor” al dinero, para que no se convierta “en un absoluto, como si fuera el fin principal”.
El antiguo presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización abogó finalmente por tener en cuenta el mensaje de Jesús, que diferencia entre la pobreza “que humilla y mata” y aquella que “libera y nos hace felices”. El encuentro con los pobres permite precisamente “poner fin a tantas angustias y miedos inconsistentes, para llegar a lo que realmente importa en la vida y que nadie nos puede robar: el amor verdadero y gratuito”.