‘Praedicate Evangelium’ no tiene marcha atrás. Ya es una realidad. Así al menos lo aprecia el claustro de profesores de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas con su decano al frente, Francisco Ramírez Pueyo.
El especialista en San Pablo y espiritualidad ignaciana confirmó esta nueva dinámica eclesial acompañado de un grupo de docentes del centro de los jesuitas en Madrid, durante un desayuno informativo organizado por el centro de los jesuitas sobre la nueva constitución apostólica de la reforma de la Curia que entró en vigor el pasado 5 de junio.
Pedro Manuel Fernández Castelao, profesor de Antropología Teológica, aclaró los extremos ideológicos que cuestionan ‘Praedicate Evangelium’. Por un lado, desmintió el hecho de que la constitución sea “una especie de postureo”, o lo que es lo mismo”, unos meros cambios en “la superficialidad sin contenido”. Por otro, una apuesta reformista que supondría “tal ruptura que por tanto es una traición” a los principios católicos.
Frente a ello, Fernández Castelao, subrayó que ‘Praedicate Evangelium’ simplemente es “la puesta en práctica de un encargo explícito de las congregaciones generales” previas al cónclave que eligió a Jorge Mario Bergoglio.
Con este punto de partida, el docente apreció que el documento magisterial acaba “con un excesivo centralismo de la Curia en la gestión de la Iglesia universal para dar paso a dinámicas que reconozcan el valor de las Iglesias locales”.
En esta misma línea, señaló cómo la sinodalidad que empapa todo el texto propone “movimientos horizontales con toma de decisiones en comunión, que no venga impuestas de arriba hacia abajo, propio de un estamento militar, en una estructura de ordeno y mando”.
Con respecto a la posibilidad de materializar estos cambios en el contexto español, Fernández Castelao apunta que “debemos invertir la dinámica eclesial para hacer de las periferias el centro y que es centro que son los obispados no tengan tintes principescos, sino que sean un punto de coordinación”. “En el fondo, todo esto pasa por invertir la pirámide estructural para pasar a ser ese hospital de campaña”, sentenció.
José Manuel Aparicio, profesor de Moral Social, se detuvo en la apuesta que hace el documento magisterial para llevar a cabo “una conversión misionera desde el horizonte del Concilio Vaticano II” que no se detenga en la Curia romana, sino que también contagie para llevar a cabo una reforma de las Conferencias Episcopales y a las Iglesias locales, desde el concepto de pueblo.
Entre los cambios más significativos, valoró el hecho de que “las estructuras ocupen el menos espacio posible” en aras de ser más funcionales, un “adelgazamiento” no tanto en un sentido empresarial para obtener más beneficios, sino desde una mayor fidelidad a la misión evangelizadora de la Iglesia y promover la participación. En definitiva, “habilitar la subisidiariedad generando más espacios para el discernimiento comunitario”.
“El pontificado de Francisco no es una improvisación”, aseveró Aparicio, que planteó que muchas de las reformas que se recogen en ‘Praedicate Evangelium’ se han ido implementando ya en estos años como algunas iniciativas como la creación del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.
Sobre el ritmo con el que se aterrizará en España, consideró que “no será rápido para ninguna Iglesia local”, como se puede ver precisamente en el proceso de aplicación de otros cambios que se están promoviendo a lo largo del pontificado.
El jesuita Miguel Campo, profesor de Derecho Canónico, detalla que ‘Praedicate Evangelium’ “es una ley de rango constitucional, no un mero documento”. “Si este impulso que está viviendo la Iglesia no se traduce en acciones operativos y al lenguaje jurídico, se queda en papel mojado”, valoro del paso dado por Francisco, a la par que defendió que “no debemos tener miedo a utilizar la palabra de la reforma”.
“El Derecho Canónico está cambiando felizmente cada cuatro días, lo que significa que las Iglesia está escuchando la realidad”, aplaudió el jesuita, deteniéndose en cómo se da un paso al frente para los laicos puedan estar al frente de los dicasterios vaticanos, así como la apuesta de profesionalización.
Campo recordó que la constitución “insiste machaconamente” cómo la Curia romana, ya no solo está al servicio del pontífice, sino también al servicio de los obispos. En paralelo, también destacó la potenciación de las Conferencias Episcopales desde una “sana descentralización” y la corresponsabilidad en la comunión.