La celebración tendrá lugar mañana, 18 de junio, en la Catedral de Sevilla
Mañana, 18 de junio de 2022, la Catedral de Sevilla acogerá la beatificación de 27 mártires dominicos, asesinados en el contexto de la Guerra Civil. El papa Francisco aprobó la beatificación de estos mártires en diciembre de 2019, y desde ese momento comenzaron los preparativos de la beatificación que iba a tener lugar en 2020. La irrupción de la pandemia del coronavirus obligó a posponer la celebración esperando un mejor momento.
Se trata de veinticinco frailes dominicos martirizados en Almagro (Ciudad Real) y en Almería, además de un laico dominico, reputado periodista, que sufrió el martirio en Almería, y una monja dominica de Huéscar, que se convierte en la segunda monja dominica española en ser beatificada en toda la historia de la Orden.
Fray Emilio, prior del convento Santo Tomás de Sevilla, explica a Vida Nueva que “el proceso lleva consigo una serie de etapas”. En el caso de la beatificación de los mártires “los procesos son siempre más sencillos, porque es determinante el martirio en sí mismo. Más allá de como fuera su vida anterior, el hecho de que dieran su vida por Jesucristo de esa manera, no solo manteniendo su fe sino perdonando a sus verdugos, es muy determinante.”, señala fray Emilio.
“Al tratarse de un martirio siempre cuenta mucho la violencia, y suele ser súbita”, explica. “Las circunstancias se precipitan, y tienes que decir si eres fiel a lo que crees“. Algo que, tal como subraya el dominico, “no puede ser otra cosa sino una gracia de Dios. Si no, uno no es capaz de afrontar un fin de esa manera”.
Desde la orden han vivido esta beatificación con orgullo. “Sobre todo teniendo en cuenta que muchos de ellos eran muy jóvenes. En la veintena había como cuatro o cinco, y hay que ver lo que significa que esto ocurra cuando tienes toda la vida por delante, con toda la ilusión por vivir la vocación que Dios te ha dado, y de pronto se trunca de esa manera”. “Para nosotros es un estímulo de fidelidad, y eso para la posteridad es un legado indudable”, concluye Fray Emilio.