Diana Pintado es bailarina, interiorista, tiene su propia línea de moda ibicenca y dirige un cabaret en Londres. Como @dipinca, y para sus miles de seguidores en redes, es la mujer que nos habla detrás de la máscara, sin pelos en la lengua, vulnerable y de acero forjado, para sacudirnos con sus observaciones tiernas, ácidas, agudas e inspiradoras. Ahora, nuestra Fran Lebowitz patria triunfa con su libro ‘Flaca de gratis’ (Arcopress), “relatos para celebrar sus sombras y proyectar su luz”, como dice Anne Igartiburu.
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PREGUNTA.- ¿Qué es ‘Flaca de gratis’?
RESPUESTA.- Nace de la necesidad de compartir y de crear mi propia terapia escribiendo y compartiendo con el exterior, dándome cuenta de que estoy poniendo un espejo delante a todo lector.
P.- “Yo soy flaca. Flaca de gratis. De siempre. De nacimiento… ¿Y la gorda? La gorda también puede ser gorda, de gratis”. ¿Qué quería explicar en esta sentencia?
R.- En la mayoría de las ocasiones la gente es como es, porque ha nacido así, y no se puede juzgar a la primera etiquetando que no se come, o que se come demasiado. Así ocurre con más aspectos de la vida en los que hay que ir un poco más allá antes de un primer juicio.
Verdades sin miedo
P.- Una mujer, con una mascarilla estética y una toalla a modo de turbante habla en Instagram ¡y revienta la red! ¿Por qué? ¿Qué les cuenta que no cuenten otros?
R.- Cuento verdades. Pero no las bonitas que se quieren escuchar y con las que la mayoría puede no sentirse identificado por ser inalcanzables. Cuento la verdad del ser humano. Pero detrás de esa máscara hay unas sesiones de terapia, miedos, ansiedad, un corazón roto, unos conflictos sexuales, soledad, etc. Básicamente, hay una persona que muestra que no todo es de color de rosa. Y se abre en canal sin miedo al que dirán. Y nadie ha dicho nada porque todos sienten alguna de esas “frustraciones”. (…)
P.- Todo artista tiene algún tipo de espiritualidad. ¿Cuál es la suya?
R.- Tengo un pequeño secreto que pocos saben: colarme en las iglesias y tomarme un tiempo para conectar conmigo y con quién sea que está danzando por ahí arriba, o por ahí abajo. Es algo que me conecta con la niñez. Mi madre es creyente y me he criado en colegio de monjas. Así que adentrarme en los templos es un viaje indescriptible y algo que seguiré haciendo… en secreto. ¡Hay que tener secretos!