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Chile: Isauro Covili, ofm, fue consagrado obispo y asumió la diócesis de Iquique

  • En su homilía el cardenal Aós le llamó a ser un evangelio viviente
  • Covili dijo que llega a una Iglesia que “ha sabido estar cerca de los pobres, de los migrantes, de los necesitados y que seguiremos estando con ellos porque son los preferidos de Dios”





La mañana del sábado 18. Catedral de Iquique, a 1.800 kilómetros al norte de Santiago, en el desierto de Atacama. Cientos de personas recibieron a Isauro Covili, franciscano, de 61 años, nacido en la Región de La Araucanía, ordenado sacerdote en 1990 y llamado al Episcopado por el papa Francisco el 23 de abril pasado.



Covili ingresó acompañado del arzobispo de Santiago, cardenal Celestino Aós, ofm cap; el nuncio apostólico Alberto Ortega y el obispo de Osorno, Jorge Concha, también franciscano, sus consagrantes, además de varios otros obispos, sacerdotes, diáconos permanentes y religiosos.

Amables y acogedores

Antes, en la plaza Arturo Prat, una muchedumbre lo aplaudió durante el saludo de las autoridades civiles. El alcalde Mauricio Soria dijo que Iquique es una ciudad de migrantes y sus habitantes son amables y acogedores, sin embargo “unos pocos con actitudes xenófobas que no compartimos y no nos representan”, la han tergiversado. “Sé que, con su conducción, que es la que necesitamos en minutos muy difíciles para esta región (…), con el cariño que tiene sobre todo por las personas más necesitadas, esa conducción nos va a sacar adelante y sacudirnos de estos malos momentos”.

A nombre del gobierno regional, el Consejero Regional Iván Pérez recordó al nuevo obispo las principales tradiciones religiosas de la zona: La Virgen de la Tirana y la fiesta de San Lorenzo, patrono de los mineros, además de asegurar la colaboración entre el Gobierno Regional y la Iglesia.

En su saludo a la ciudad, Covili dijo que “se respira una larga historia de fuerza, de luchas, de reivindicaciones sociales no exenta de sufrimiento y de muerte que han configurado su identidad. Pero sobre todo hay grandes sueños y trabajos para hacer de este trozo de tierra un hogar para habitar, para ser familia y tener la alegría de vivir”.

Agregó que “nos asisten tiempos complejos, pero a la vez desafiantes por cambios sociales, políticos, culturales, eclesiales y que por el momento no logramos comprender y asimilar del todo. En medio de la crisis, la vida y la convivencia se desordenan un poco, la visión se oscurece se pierde la sabiduría y la ética para valorar lo que se ha construido e integrar lo nuevo que está germinando”.

Finalmente, confesó que llegó “a esta región y diócesis de Iquique dispuesto a escuchar, a aprender, a conocer, a dialogar y a colaborar en cuidar la vida y salvar la calidad de convivencia humana”. Cerró su saludo diciendo que “estoy siendo enviado una Iglesia que ha sabido estar cerca de los pobres, de los migrantes, de los necesitados. Seguiremos estando con ellos porque son los preferidos de Dios”.

Eres servidor de la palabra de la vida

En la plaza saludó a muchos de los asistentes, incluso a personas en situación de calle y migrantes que viven en ese lugar. En procesión por las calles aledañas muchos presentes acompañaron al obispo hasta el templo catedral donde fue recibido por representantes de los pueblos andinos y de la federación de bailes religiosos.

En su homilía, el cardenal Aós exhortó a Covili: “Trata de ser un evangelio viviente, pero no olvides nunca que eres servidor de la palabra de la vida y no dueño de ella para acomodarla o recortarla. El episcopado es un servicio no un honor”. Le invitó a escuchar y atender a los laicos, exhortándolos a trabajar juntos en la obra apostólica, con los religiosos y religiosas, diáconos y sacerdotes “y así se irá instaurando el reino de Dios y su justicia”, sirviendo especialmente a los pobres y migrantes.

Después de la comunión, el nuevo obispo consagró su ministerio a la Virgen María con el canto de la Salve, y luego recorrió la Iglesia Catedral, bendiciendo al pueblo de Dios presente en el templo mientras se cantaba el himno Te Deum y el Magnificat.

Antes de la bendición, el obispo Isauro entregó su mensaje de gratitud a su familia y la comunidad religiosa franciscana; reiteró su compromiso a trabajar juntos por el Reino de Dios y su justicia, que es su lema episcopal. Agregó que “nuestra región sufre los dolores y clamores de pueblos vecinos, de una humanidad herida a causa de problemas políticos, sociales y económicos de otras naciones hermanas”, reiterando ante la complejidad de la problemática migratoria, que nadie se salva solo.

Compromiso por la paz, justicia, reparación y cuidado de la creación

Destacó que la sinodalidad, el caminar juntos, “nos capacitará para mirar y revisar nuestras estructuras pastorales y descubrir nuevos lugares de misión junto a otros credos religiosos y organizaciones populares”. Pidió renovar “nuestra opción preferencial por lo pobres, situándonos en la mejor tradición de la Iglesia latinoamericana y caribeña”, teniendo en cuenta lo señalado por los obispos desde la Conferencia de Medellín en adelante.

Covili puso especial énfasis en desarrollar “ambientes sanos y seguros para que nunca más en Chile y el mundo ocurran situaciones de abuso. Como pastor pido perdón a nombre de la diócesis que desde hoy presido, a todos los que han sufrido algún tipo de abuso”. Frente a los signos de mayor violencia que se viven, el obispo invitó a un compromiso por la paz, que asuma y enfrente la existencia de un sistema que produce grandes desigualdades, instando a profundizar el compromiso cristiano “en bien de la paz, de la justicia, la reparación y el cuidado de la creación para que cooperemos desde un humanismo evangélico, y si me permiten franciscano, ideas de la Doctrina Social de la Iglesia que brotan del Evangelio para formar comunidades humanas y cristianas, donde los hombres y mujeres sean más y mejores personas fraternas y solidarias”.

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