Una veintena de diócesis tienen como vicario general a algún presbítero del continente negro
Cada vez es más frecuente en las diócesis francesas que sacerdotes de origen africano asuman importantes responsabilidades en las Iglesias particulares. Los vínculos históricos y lingüísticos han propiciado un tipo de migraciones que llegan hasta las curias episcopales. Para Pascal Wintzer, arzobispo de Poitiers, “la proporción de sacerdotes africanos –y extranjeros en general– es elevada en muchas diócesis occidentales” y, por eso “es importante entender que no son simples ‘sustitutos’ o que están de paso para hacer un servicio, sino que pueden, según sus capacidades y tiempo de presencia, participar en el gobierno de la diócesis”.
Wintzer relata a La Croix que convocó “a dos sacerdotes africanos, presentes desde hace más de quince años, al consejo episcopal como vicarios episcopales”, algo que causó ciertos recelos. Aún así, añade, “era una forma de mostrar que no son situaciones temporales y que, además, corresponden a lo que es nuestra sociedad más allá de la propia Iglesia”. En Aviñón desde 2015, el vicario general es Pascal Molemb Emock aunque encuentra gestos de que ese nombramiento en un sacerdote africano todavía “no es algo natural”, ya que muchas veces tiene que dar explicaciones para acceder a la sacristía con los obispos y demás vicarios. De origen camerunés, llegó a Francia en 2004 como seminarista y se ordenó en 2007.
También los vicarios generales de Verdún, Belfort o Evry son de origen africano. A este club se suma Christophe Valia, originario de Burkina Faso, llamado por Pierre d’Ornellas, arzobispo de Rennes, para el consejo episcopal. El sacerdote Juvénal Rutumbu llegó a Evry tras la guerra civil de Ruanda y desde 2018 es vicario general de una diócesis en la que más de la mitad de los curas son africanos. “En aquel momento me sorprendió y no lo vi como una señal especial, pero el hecho de que me llamaran fue una forma de reconocer que estaba integrado, sobre todo a nivel pastoral, y que podía aportar algo como sacerdote que conocía bien la diócesis”, señala a La Croix.
Más complicada fue la integración de Aimé-Rémi Mputu Amba, llegado hace 22 años de la República Democrática del Congo, fue uno de los primeros sacerdotes africanos de la archidiócesis de Rouen. El obispo le nombró vicario episcopal en 2019 como un “fuerte signo de que los sacerdotes que vienen de otros lugares no están simplemente para llenar los vacíos, sino para mostrar la universalidad de la Iglesia”. Mputu Amba se siente ahora “plenamente asociado al gobierno de la diócesis” y no ha sentido ninguna oposición ni crítica. Mientras otros sienten que están solo para suplir la falta de vocaciones sacerdotales en Francia u ocupando el lugar del otro.