Luego de que se dio a conocer acerca del homicidio de los sacerdotes jesuitas Joaquín César Mora Salazar, “El Morita” y Javier Campos Morales, “El Gallo”, ocurrido la tarde del 20 de junio, dentro del templo de la comunidad Cerocahui, estado de Chihuahua, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), expresó su “profundo dolor e indignación”.
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En un comunicado firmado por su presidente Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey y su secretario general, Ramón Castro, obispo de Cuernavaca, los obispos dijeron estar unidos en oración con la Compañía de Jesús y manifestaron que “en medio de tanta muerte y crimen que se vive en el país, condenamos públicamente esta tragedia y exigimos una pronta investigación y seguridad para la comunidad y todos los sacerdotes del país“.
Los obispos rogaron “a nuestro Señor Jesucristo, los reciba y premie con su Reino, por su generoso servicio y entrega pastoral en bien del pueblo encomendado, y a todos nosotros los que peregrinamos en el tiempo, imploramos que nos conforte en ésta tribulación con la esperanza de la vida eterna”.
Terror y miedo
A su vez, la diócesis de Tarahumara en voz de su obispo, Manuel González Sandoval, señaló que se trata de una muerte totalmente absurda a los ojos humanos “pero desde la fe un martirio, una ofrenda y el premio a toda su vida de entrega, desprendimiento y amor, que siempre les caracterizó como sacerdotes“.
Sin embargo, exigió el cese de violencia en el país y a las autoridades que recuperen los cuerpos de los sacerdotes pues fueron sustraídos del templo parroquial; para “rendirles el homenaje que merecen con unas exequias de cuerpo presente”.
El obispo González pidió además la oración de los feligreses y a las autoridades que “cumplan con su trabajo de encontrar a los responsables y hacer justicia no solamente a ellos, sino a todos los que han sido víctimas en esta ola de terror y miedo en estos últimos diez años”.
Violencia y olvido
Por su parte, a través de su página en internet, Jesuitas México demandaron que “de forma inmediata se adopten todas las medidas de protección para salvaguardar la vida de nuestros hermanos jesuitas, religiosas, laicos y de toda la comunidad de Cerocahui”.
“Hechos como estos no son aislados. La sierra tarahumara, como muchas otras regiones del país, enfrenta condiciones de violencia y olvido que no han sido revertidas. Todos los días hombres y mujeres son privados arbitrariamente de la vida, como hoy fueron asesinados nuestros hermanos”, añadieron.
Según se destaca en su biografía, el padre Javier Campos nació el 13 de febrero de 1943 en la Ciudad de México. Ingresó a la Compañía de Jesús el 14 de agosto de 1959, a la edad de 16 años, para ser ordenado sacerdote el 8 de junio de 1972 en la Ciudad de México. Un año después empezaría su misión como superior local, vicario pastoral y episcopal en la Sierra Tarahumara, en la comunidad de Norogachi.
Fue párroco en Guachochi (1974-1983), Chinatú (1987 – 1999) y Cerocahui (1996 – 2016). De 2019 a 2022 fue Superior de la Misión Jesuita, Párroco, Vicario de Pastoral Indígena de la Diócesis de Tarahumara, Asesor Regional de CEB’S (Comunidades Eclesiales de Base).
En tanto que el padre Joaquín Mora nació el 28 de agosto de 1941 en Monterrey, Nuevo León. Ingresó a la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1958, a los 16 años. Fue ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1971 en Monterrey. Misionó en la Sierra Tarahumara durante durante 6 meses y en 1976 en Sisoguchi, donde fue Vicario Cooperador.
En la misma Tarahumara realizó su Tercera Probación (1976 – 1977) y regresaría en 1998-1999. Desde el 2000 fungió como Vicario Parroquial en Chínipas, hasta 2006, posteriormente como Vicario Cooperador en Cerocahui, desde 2007 hasta la fecha.