La noche de este 21 de junio, en la iglesia de San Ignacio de Loyola, en la Ciudad de México, se celebró una misa en memoria de los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, asesinados el pasado lunes junto con un guía de turistas, en la comunidad de Cerocahui, en el estado de Chihuahua.
La celebración eucarística estuvo presidida por el sacerdote Luis González Cossio, rector del templo, y concelebrada por el padre Luis Gerardo Moro Madrid, provincial de la Compañía de Jesús en México, así como por otros religiosos jesuitas: Jorge Atilano González, Miguel Romero, José González y Enrique Torres.
El padre provincial de la Compañía de Jesús en México hizo un llamado a las comunidades jesuitas a celebrar la eucaristía para orar por los fallecidos y pedir por la seguridad y la paz en el país.
Durante la celebración, en la que estuvieron presentes algunos familiares y amigos de los padres jesuitas que perdieron la vida, el padre Luis Gerardo Moro habló de cómo sus hermanos sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar “vivieron una fe viva, entregada a caminar con los pueblos indígenas siendo testigos de sus bondades y dignidades irrefutables”.
Lamentó el no tener los cuerpos de los fallecidos -debido a que los homicidas se los llevaron al perpetrar el hecho delictivo- “y eso nos recuerda a las miles de familias que buscan a sus desaparecidos en el país, siendo a la fecha más de cien mil personas que no han sido localizadas”.
Para el padre provincial, la Sierra Tarahumara -donde servían los padres jesuitas asesinados- es reflejo de ese profundo dolor; “como muchas otras regiones del país, enfrenta condiciones de violencia y olvido que no cambian. Todos los días, hombres y mujeres son privados arbitrariamente de la vida, como hoy fueron asesinados nuestros hermanos quienes dedicaron su vida, hasta sus últimos minutos, a proteger y cobijar a otros“.
Luis Gerardo Moro aseguró que los Jesuitas de México “no callaremos ante esta realidad que lacera a los más pobres del país. Seguiremos presentes en estas regiones a través de nuestras obras pastorales, educativas y sociales. Al denunciar lo ocurrido, queremos hacer notar también el dolor que vive nuestro pueblo por la violencia imperante y solidarizarnos con tantas y tantos que viven estas mismas situaciones, sin que su sufrimiento suscite empatía y atención pública”.
De igual modo, manifestó que, como Compañía de Jesús en México, continuarán con la misma convicción, con fe, para no callar ante la injusticia; con esperanza, para cambiar esta realidad; sin permitir que la violencia, el terror, el miedo tengan la última palabra. “Habrá que exigirle a ellos, pero también habremos de exigirnos entre nosotros si no queremos seguir viviendo en el terror, en la violencia, en el miedo… seguir luchando hasta que la dignidad se haga costumbre“.
Por su parte, los obispos que integran la Provincia Eclesiástica de Chihuahua: Constancio Miranda, arzobispo de Chihuahua; Guadalupe Torres, obispo de Ciudad Juárez; Mauricio Urrea, obispo de Parral; Juan Manuel González, obispo de Tarahumara; José de Jesús Herrera, obispo de Nuevo Casas Grandes y el presbítero Camilo Pérez, administrador diocesano de Cuauhtémoc-Madera; pidieron al pueblo “alzar la voz por éste y todos los acontecimientos de violencia que estamos viviendo no solo en nuestro estado, sino en el país”
De manera especial externaron su dolor “pues se trata de dos hermanos sacerdotes que estaban cumpliendo con su labor de proteger y defender la vida del otro”.
No obstante, consideraron que “a todos corresponde trabajar por la construcción de un verdadero ambiente de paz; a las autoridades trabajar por el esclarecimiento de este crimen, la procuración de justicia y la recuperación de los cuerpos para darles cristiana sepultura”.
Al pueblo fiel -pidieron los obispos- corresponde unirse en oración “para suplicar al Dios de todo consuelo, implorando por la paz, la tranquilidad y la seguridad en todo sentido y el arrepentimiento y conversión de quienes generan la violencia”.