“El espíritu misionero de dejarse enviar es una inspiración para todos ustedes. Os doy las gracias por ello y os pido docilidad al Espíritu que os envía; docilidad y obediencia a Jesucristo en su Iglesia. Todo en la Iglesia, nada fuera de la Iglesia. Esta es la espiritualidad que debe acompañarnos siempre: predicar a Jesucristo con la fuerza del Espíritu en la Iglesia y con la Iglesia”. Así lo ha expresado el papa Francisco hoy en su audiencia con las 430 familias en misión del Camino Neocatecumenal.
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En este sentido, también les ha pedido caminar junto al obispo de la diócesis a la que son enviados en misión. “El que es la cabeza –digamos– de las distintas Iglesias es el obispo: id siempre adelante con el obispo, siempre. Él es la cabeza de la Iglesia, en este país, en este Estado….”, ha recordado ante la multitud que llenaba el Aula Pablo VI, donde abundaban los carritos de los más pequeños.
Antes del Pontífice tomaba la palabra Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal junto a la fallecida Carmen Hernández. Argüello ha señalado que estas familias dejan “sus casas, sus familias, sus amigos y salen a evangelizar” a las “zonas más secularizadas y pobres” del mundo, con un claro objetivo: “Anunciar el amor de Cristo resucitado”.
Presentes en 110 países
Durante su discurso, Jorge Mario Bergoglio ha insistido en la importancia de trasparentar a Jesucristo allí dónde van, pero “sabemos que una vez que hemos bautizado, la comunidad que nace de ese bautismo es libre y debemos dejarla crecer, ayudarla a crecer a su manera, con su propia cultura… Esta es la historia de la evangelización. Todos iguales en la fe: creo en Dios Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, en el Hijo que se encarnó, murió y resucitó por nosotros, en el Espíritu que nos ayuda y nos hace crecer: la misma fe. Pero todo a la manera de su propia cultura o de la cultura del lugar donde se predicaba la fe”.
En este mismo sentido, el Papa añadía: “Este trabajo, esta riqueza multicultural del Evangelio, que viene de la predicación de Jesucristo y se convierte en cultura, es un poco como la historia de la Iglesia: muchas culturas pero el mismo Evangelio. Tantos pueblos, el mismo Jesucristo. Tantas buenas voluntades, el mismo Espíritu. Y a esto estamos llamados: a salir con la fuerza del Espíritu, llevando el Evangelio en nuestros corazones y manos”. Porque “el Evangelio de Jesucristo no es mío: es de Jesucristo. Se adapta a las diferentes culturas, pero es el mismo. La fe crece, la fe se inculturiza, pero la fe es siempre la misma”, ha subrayado.
Antes de concluir y llevarse una sonora ovación de esta realidad eclesial presente ya en 110 países, Francisco ha agradecido nuevamente su generosidad y les ha pedido no olvidarse de “la mirada de Jesús, que os ha enviado a cada uno de vosotros a predicar y obedecer a la Iglesia”.