Una vez más, Haití ha visto derramar sangre misionera en su ya de por sí martirizado suelo. Tristemente, el último caso lo ha protagonizado la religiosa italiana Luisa Dell’Orto, misionera de las Hermanitas del Evangelio (la congregación de Carlos de Foucauld), asesinada este pasado 25 de junio en Puerto Príncipe.
- PODCAST: Testigos del Concilio Vaticano II
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La religiosa milanesa llevaba 20 años de misión en la capital haitiana, donde se entregaba en cuerpo y alma al Kay Chal, un hogar infantil en un suburbio marcado por la vulnerabilidad extrema. Además, daba clases de Filosofía con una comunidad de salesianas en el Seminario de Notre Dame.
Posible robo
Las reacciones a su asesinato, del que apenas hay datos confirmados (se habla de que trataron de robarla y asaltaron su coche), han sido numerosas en las últimas horas. Empezando por el papa Francisco, que la recordó ayer en el ángelus dominical, destacando que “la hermana Luisa” llevaba dos décadas “al servicio de los niños de la calle”. Un servicio que se ha cortado drásticamente, por lo que Bergoglio ofreció su oración por “su alma” y “por el pueblo haitiano, especialmente por los más pequeños, para que puedan tener un futuro más sereno, sin miseria ni violencia. Sor Luisa hizo de su vida un don para los demás, hasta el martirio”.
El arzobispo de Milán, Mario Delpini, también ha recordado a la religiosa, nacida hace hoy 65 años en la localidad lombarda de Lomagna, destacando que “su muerte nos deja desconsolados y desconcertados; se convierte en una revelación del bien que hizo y de la vida santa que vivió; se convierte en dolor y oración”.
Alabanza de los misioneros
En este sentido, el prelado milanés ensalza la labor de todos los misioneros, quienes “no van en busca de peligros, sino de signos del Reino de Dios que viene, entre los pobres, entre los que solo son importantes para Dios e ignorados por todos. Aman la vida, no van a buscar la muerte donde cuatro monedas cuentan más que una mujer santa; van a sembrar palabras del Evangelio para que incluso los países desesperados se abran a la esperanza”.
Para Delpini, además, los misioneros, quienes “no salen en las noticias” y “no van con programas y presunciones, con doctrinas y pretensiones; van a ofrecer amistad, en nombre del Señor; van a decir su impotencia perseverando en la oración. No eligen a dónde ir, van a donde son llamados por el gemido menos escuchado; van a donde son enviados para convertirse en oración, en ofrenda, en amigos, en semilla que muere para dar fruto”.
“Me dirán que estoy un poco loca”
Si cabe, aún resuenan con más fuerza estas palabras que Luisa Dell’Orto, quien antes fue misionera en Camerún y Madagascar, escribió en octubre a un grupo de misioneros y que hoy recupera ‘Vatican News’: “Me dirán que estoy un poco loca. ¿Por qué permanecer aquí? ¿Por qué exponerse al riesgo? ¿Qué sentido tiene vivir con tanta incomodidad? ¿No sería mejor que la gente resolviera sus propios problemas? No podemos callar lo que hemos visto y oído. ¡Poder contar con alguien es importante para vivir! Y dar testimonio de que se puede contar con la solidaridad que surge de la fe y el amor a Dios es el mayor don que podemos ofrecer”.
El medio vaticano también reproduce unas declaraciones de su hermana Adela que son muy significativas del grado de entrega de la misionera: “Ella era consciente de que podía pasar algo, porque es evidente, incluso en su última carta lo decía, que la situación era muy difícil. Pero ella quería quedarse y dar su testimonio”.
Inseguridad
La Conferencia Haitiana de Religiosos (CHR) ha recordado con mucho cariño a Luisa Dell’Orto y ha denunciado que “la inseguridad sin nombre de nuestro querido Haití ha tocado una vez más a la puerta de nuestra hermandad”.