“La reconciliación entre los cristianos separados, como contribución a la pacificación de los pueblos en conflicto, cobra hoy más actualidad que nunca, mientras el mundo está consternado por una cruel e insensata agresión bélica, en la que tantos cristianos luchan entre sí”. Así se ha dirigido hoy el papa Francisco a la Delegación del Patriarcado Ecuménico con motivo de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, quienes estuvieron también presentes, ayer, en la eucaristía en el Vaticano.
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“Ante el escándalo de la guerra hay que llorar, ayudar y convertir”, recordaba el Papa, quien ha reflexionado, además, sobre el ecumenismo y su valor para la paz. “La búsqueda de la unidad de los cristianos no es, pues, sólo una cuestión interna en el seno de las Iglesias”, ha señalado, sino que “es condición indispensable para la realización de una auténtica fraternidad universal, que se manifieste en la justicia y la solidaridad hacia todos”.
Derribar muros
Por lo tanto, para el Papa “los cristianos estamos obligados a reflexionar seriamente: ¿qué mundo nos gustaría emerger después de esta terrible historia de enfrentamientos y conflictos? ¿Y qué contribución estamos dispuestos a ofrecer ahora para una humanidad más fraterna?”
“Cristo es nuestra paz, el que al encarnarse, morir y resucitar por todos ha derribado los muros de enemistad y separación entre los hombres”, ha aseverado Francisco. “Partimos de él, para comprender que ya no es el momento de regular las agendas eclesiales según la lógica del poder y la conveniencia del mundo, sino según la audaz profecía de paz del Evangelio”.