Beatriz Martínez Álvaro: de vocación, maestra de Religión

Beatriz Martínez Álvaro: de vocación, maestra de Religión

Cuando Beatriz Martínez Álvaro comenzó a estudiar Magisterio de Educación Especial, no podía imaginarse que a esa vocación se uniría, en perfecta armonía, la de ser maestra de religión católica. Y es que, tras una propuesta del sacerdote de su parroquia de toda la vida –en la que era catequista– descubrió un nuevo horizonte educativo del que forma parte desde 2011.



Es profesora de Religión en el colegio Miguel Hernández (Colmenar Viejo) de Educación Especial con alumnos desde los 3 a los 21 años. Su recorrido comenzó en otro similar haciendo una sustitución, luego pasó por otros centros ordinarios, mientras se ha ido especializando cada vez más en este campo a través de su práctica docente complementada con los estudios de psicopedagogía.

Recuerda su primera vez en el aula, con 21 años y la carrera recién terminada, como un shock ante las situaciones que se iba encontrando. Ahora, con mucha formación y recorrido profesional, su vuelta a la Educación Especial sirvió para que “todo encajase en la cabeza y aplicar los conocimientos de la pedagogía terapéutica a los contenidos de la clase de Religión”. Desde entonces, las ideas no han parado de surgir.

Diseño universal de aprendizaje

A partir de su experiencia, y dirigiéndose a esos profesores que creen que no sabrán adaptar la materia, recuerda que “los recursos nacen de las propias necesidades de los niños y ellos las van pidiendo”. En este sentido, el diseño universal de aprendizaje de la nueva ley implica que “no hay que hacer cosas específicas para los niños con necesidades educativas especiales, sino que podemos hacer materiales y presentaciones que sirvan para todo el alumnado, y que todos se puedan ver enriquecidos con los contenidos y con la diversidad de las aulas”.

Esta es una clave que abraza del nuevo texto. Y es que, para ella, es “muy positivo” que las nuevas propuestas se puedan llevar a cabo desde “una visión más amplia, que nos aleja del riesgo que podíamos tener de elaborar un currículo paralelo cuando el alumnado tenía un desfase curricular muy grande”. Desde las competencias se pueden “presentar todos los contenidos de forma accesible sin hacer diferenciaciones”

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