En plena celebración por sus 75 años de historia, Cáritas Española se ha reunido en El Escorial en su particular cónclave periódico para formular una “nueva imaginación de la caridad” con el fin de ser “hoy más que nunca un lugar de esperanza en las fronteras de la precariedad y la exclusión, que signifique aportar oportunidades y trabajar aquí y ahora para impulsar un cambio”.
Así se recoge en la declaración final de la LXXX Asamblea General suscrita por los delegados episcopales y directores de las 70 Cáritas Diocesanas han participado en esta puesta a punto de la plataforma social de la Iglesia, en medio con la crisis del coronavirus todavía coleando y en la antesala de una recesión provocada por la invasión de Ucrania y la creciente inflación que está provocando “un deterioro imparable” en los más vulnerables “en las fronteras de la precariedad y la exclusión”.
“La complejidad de la realidad nos pide ser una organización flexible y abierta”, apunta el documento, que precisamente se hace eco del “profundo debilitamiento de las certezas, en una sociedad golpeada por una emergencia social sin precedentes y donde sigue siendo escandaloso el número de descartados”.
En este contexto, los participantes de la asamblea han soñado con los pies en la tierra con “la Cáritas del siglo XXI”, planteando retos y desafíos a corto y medio plazo en materia estructural, es decir, de puertas para adentro. Así, se han planteado cuestiones tales como el relevo generacional del voluntariado, la transformación territorial de las agrupaciones parroquiales, la sostenibilidad de los programas y recursos, la digitalización de las estructuras, así como afrontar la complejidad de la burocracia administrativa.
Con la conciencia de ser “una realidad eclesial frágil y vulnerable”, los participantes de la asamblea reclaman una Cáritas “más creativa y rejuvenecida”. “Si llegan nuevas personas voluntarias, debemos aprender a acompañarlas a su ritmo, en sus mismos espacios de interacción”, sugiere la declaración.
En definitiva, Cáritas se imagina “en transformación continua, flexible, abierta a la innovación y generadora de iniciativas sociales solidarias que actúen como fermento de esperanza y motor de la justicia social dentro y fuera de España”.