Una complicación postoperatoria tras una repentina perforación intestinal ha provocado su fallecimiento hoy a los 79 años
De manera sorpresiva. Sin despedirse como le hubiera gustado. Así se ha marchado Fernando García de Cortázar, el historiador jesuita que supo contagiar al gran público su don por revisitar el pasado con un pie en las lecciones que ofrecía al presente y avisos a navegantes del futuro. El pasado jueves fue ingresado por una perforación intestinal en el madrileño Hospital de La Luz y una complicación posoperatoria le frenó en seco esta madrugada, a los 79 años.
Eminencia. No por la primera acepción honorífica eclesiástica. Sino por la vía de la autoridad ganada a fuerza de estudio, investigación y análisis. Aquel que miró a España, en su justa medida, liberándola de los bandos y desteñidos ideológicos con los que otros quisieron manchar lo contemporáneo.
Ese bilbaíno que, después de estudiar filosofía y teología se adentró en la historia de todos para convertirse, no solo en catedrático y en académico correspondiente de la Real Academia de la Historia. Sobre todo, en un divulgador que no cayó en la tentación de abaratarse para erigirse en ‘best seller’. Más bien, al revés. Lo vendió todo sin caer en ofertas en el supermercado de las ideas.
Puso las herramientas pedagógicas necesarias en manos de sus lectores, devenidos en alumnos, o de sus alumnos declinados en lectores, para contar lo que pasó, para explicar el porqué de lo que ocurrió. Para muestra, la infinitamente reeditada ‘Breve historia de España’, ‘La Historia en su lugar’ con categoría de enciclopedia y esa ‘Historia de España desde el arte’ que le valió el Premio Nacional de Historia 2008. O sus artículos en ‘Vida Nueva’, que hablaban del argumentario irrefutable de un hombre que se sentía libre desde la sabiduría atesorada por lo curtido entre los libros, el aula y el silencio de la oración.
Desde la excelencia ignaciana reconocida y apreciada por todos, su penúltimo viaje atrás le llevó hasta su infancia, a través de ‘Paisajes de la historia de España’, que publicó hace menos de un año. Y aunque nunca se dejó llevar por la nostalgia de los pasados gloriosos, en sus reflexiones más recientes volvía una y otra vez su preocupación por ese ‘outlet’ cultural con el que parece haberse conformado el hombre de hoy. “Está habiendo casi una liquidación de los saberes”, dejaba caer hace bien poco el jesuita que democratizó la Historia de España sin caer, ni mucho menos, en el ‘low cost’.