Cono Sur

Argentina: en recuerdo de los padres palotinos

  • El cardenal pidió mantener viva la memoria de los Mártires de San Patricio
  • “Quienes les dieron muerte, en realidad, les dieron vida para siempre”, sentenció





Se celebró este lunes la misa por el nuevo aniversario de la masacre de los padres palatinos, en la Iglesia San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano. Presidió la celebración el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli.



Concelebraron el párroco Pablo Bocca y el postulador de la causa de beatificación, Juan Sebastián Velasco, Rubén Fuhr, Rodolfo Capalozza, John Sweeny, Charles Lafferty, todos miembros de la comunidad de la Sociedad de Vida Apostólica (SAC).

“Hoy estamos en esta Eucaristía para mantener viva la memoria de lo que aconteció hace 46 años. De la muerte cruel, mano homicida que le quitó la vida a Alfredo, a Pedro, a Alfi, a Salvador y a Emilio”, señaló el cardenal.

Poli recordó a los padres palotinos Pedro Dufau, Alfredo Leaden, Alfie Kelly, y a los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito, víctimas en aquella noche fatídica, para mantener viva la memoria de estos mártires.

“Les dieron vida para siempre”

El cardenal dijo estar motivado porque participó de la ceremonia de beatificación de los mártires del Zenta, en la diócesis de Orán. Recordó que este martirio sucedió en 1683, y cualquiera podría pensar que se perdió esa memoria en la historia, pero el santo pueblo de Dios lo mantuvo en la memoria.

Expresó que sin hacer comparaciones y esperando que no tarde tanto la causa de estos mártires, vamos a pedirle a Dios para que no perdamos la memoria profunda, religiosa, humana, sensible. “Si nosotros cerramos los ojos seguramente volveremos a aquella noche triste, aquí en San Patricio, y escucharemos los gritos y la desesperación”, afirmó. Y continuó: “Nosotros tenemos fe de que ellos viven, y quienes les dieron muerte, en realidad, les dieron vida, vida para siempre”.

Finalmente, Poli  pidió que el Señor nos conceda mantener la memoria y la paciencia para no olvidar y recordar que la Iglesia siempre rescata el dolor de sus hijos que entregaron su vida por Cristo, por la Iglesia y por el pueblo de Dios.

Después de la celebración, el arzobispo bendijo la capilla en la que se expondrá, en forma permanente, la alfombra que recibió la sangre de los religiosos acribillados el 4 de julio de 1976.

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