A través de una breve declaración pública, el cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano manifestó su dolor por la salida del país de las Hermanas Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, luego de que el gobierno de José Daniel Ortega cancelara su personalidad jurídica, obligándolas a abandonar la nación centroamericana.
Fue el pasado 29 de junio cuando la Asamblea Nacional de Nicaragua canceló la personalidad jurídica de 101 organizaciones no gubernamentales (ONG’s), entre ellas la Asociación Misioneras de la Caridad de la Orden Madre Teresa de Calcuta, creada el 16 de agosto de 1988 (durante el primer régimen sandinista) tras la visita de la Madre Teresa de Calcuta a esa nación.
La disolución de las ONG’s fue aprobada sin debate y con carácter de urgente por los diputados sandinistas y sus aliados, gracias a una iniciativa del Filiberto Rodríguez, a petición del gobierno del presidente Daniel Ortega.
Los argumentos para no dejar trabajar a las religiosas en Nicaragua se resumen en que incumplieron con sus obligaciones conforme la ley que las regula, la Ley de Lavado de Activos, el Financiamiento al Terrorismo y el Financiamiento a la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva.
El régimen de Ortega también argumentó que la congregación no estaba acreditada por el Ministerio de Familia para funcionar como guardería, centro de desarrollo infantil u hogar de niñas o asilo de ancianos, ni tenían permiso del Ministerio de Educación para realizar el reforzamiento de aprendizaje.
El cardenal José Leopoldo Brenes lamentó la decisión del gobierno en contra de las religiosas: “lamentamos profundamente el dolor de tantos hermanos nuestros que ya no tendrán las atenciones que recibían de las hermanas“.
Pero también aprovechó el pronunciamiento para agradecerles su trabajo apostólico: “asimismo les expresamos nuestra gratitud por su invaluable servicio a nuestras iglesias locales, estimadas hermanas cuenten con nuestra cercanía, solidaridad y nuestras humildes oraciones”.
Entre las obras de caridad que tenía la congregación en Nicaragua, destacan: un hogar para niñas víctimas de abusos o abandonadas, a quienes se les brindaba ayuda psicológica y educación integral con música, teatro, costura, belleza y otros oficios para que se pudieran reinsertar en la vida.
También un asilo de ancianos en Managua, a cuyos huéspedes se les proveía de alimentación, vestimenta y otros cuidados; así como una guardería en la que cuidaban a decenas de niños de familias de escasos recursos, cuyos padres no tenían para pagar por el cuidado de sus hijos.
Estas obras benéficas comenzaron a ser suspendidas gradualmente desde el pasado 15 de junio, cuando las religiosas fueron notificadas por las autoridades que los iban a cerrar.