Según Philip Egan, el primer ministro “parecía carecer de una brújula moral clara” y ha promovido la “prevaricación”
Tras las presiones de numerosos miembros de su Gobierno y de su partido, ayer, 7 de julio, el primer ministro británico, Boris Johnson, compareció en Downing Street y anunció su renuncia tanto al frente de la formación tory como en la presidencia del Gabinete, aunque esta solo será efectiva cuando haya un sucesor.
El mandato de Johnson, que se inició en 2019, ha estado marcado por la consumación del Brexit, pero también por las polémicas, como cuando se filtraron varias imágenes del primer ministro de fiesta en Downing Street cuando había decretado fuertes restricciones para el conjunto de la población por la pandemia. La última polémica, el saberse que habría protegido a Chris Pincher, un alto de su Gobierno que habría agredido sexualmente a dos hombres, ha sido la que ha forzado su salida.
A nivel eclesial, la primera reacción ha sido la del obispo de Portsmouth, Philip Egan, quien, en declaraciones a ‘Catholic News Service’, ha valorado que Johnson “parecía carecer de una brújula moral clara”. Un ejercicio de “sordidez y prevaricación” que, sobre todo “en el último mes”, han terminado por “socavar por completo su autoridad y su renuncia se hizo inevitable”. En este sentido, no ha dudado en compararlo a un “personaje” como “Trump”
De cara a lo que está por venir, el prelado propone que “quien sea el próximo primer ministro debe comprometerse a colaborar con los líderes religiosos para que tengamos una discusión pública más inteligente y abierta sobre los valores: valores comunes y probidad moral”. Un ámbito en el que “la enseñanza social católica nos da una muy buena base para ese tipo de discusión”.