Tras lamentar que en Estados Unidos “parece que no hay días del año en que la nación no esté de duelo por tiroteos masivos”, la Conferencia del Episcopado volvió a hacer un llamado al congreso para fortalecer aún más las leyes que tienen que ver con el uso de armas, pese a que recientemente fue aprobada una muy importante.
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Y es que –dijeron– “frente a estos repetidos actos de violencia, eso no puede ser todo lo que hacemos”. A través de un comunicado, se pronunciaron sobre lo ocurrido el pasado 4 de julio en el desfile de Highland Park, Illinois, donde un sujeto disparó desde un techo, matando a siete personas e hiriendo a otras más.
Por ello, hicieron un llamado a los católicos, legisladores, líderes comunitarios, proveedores de servicios sociales y de atención médica, fuerzas del orden público y familias para que sigan “presionando por el cambio y ofrezcan oraciones, apoyo y asistencia generosa a las víctimas”.
Un pequeña muestra del daño de las armas
En el documento, recordaron que durante años la Iglesia en ese país ha insistido en la creación de políticas para fortalecer las leyes del uso de las armas para frenar la violencia armada.
“Apoyamos una prohibición total de las armas de asalto y limitaciones en el acceso de civiles a armas de alta capacidad y cargadores de municiones”, dijeron.
Además denunciaron que estos “horribles tiroteos masivos, no son más que una pequeña parte del total de homicidios anuales cometidos con armas de fuego”; los cuales, a su vez, son superados por los suicidios con armas.
Como en ninguna parte del mundo
Los obispos consideraron que el hecho de que el tiroteo en Highland Park haya tenido lugar el día en que se celebraba “todo lo bueno de Estados Unidos y las libertades de la nación”, es un recordatorio devastador de que los tiroteos masivos no ocurren con la misma “frecuencia implacable y brutal” en otros lugares del mundo.
También se dijeron sorprendidos de que este tipo de situaciones se ha vuelto común en ese país, y refirieron que uno de los tantos horrores del tiroteo fue la imagen de un niño de dos años que fue encontrado debajo de su padre, quien murió protegiéndolo de los disparos.
Finalmente, manifestaron su anhelo por “vivir para ver una América que pueda celebrar sus libertades sin dejar huérfanos a sus niños. Que la búsqueda de la libertad sea un día un guardián fiel de la búsqueda de la vida. Que la luz de la compasión de Dios brille sobre nosotros y guíe nuestros pies fuera de las tinieblas y de la sombra de muerte, hacia el camino de la paz”.
El documento fue firmado por el arzobispo de Oklahoma y presidente del Comité de Justicia Nacional de Desarrollo Humano, Paul S. Coakley; el arzobispo de Baltimore y presidente del Comité de Actividades Pro-Vida de la USCCB, William E. Lori, y el arzobispo de San Francisco y presidente del Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la USCCB, Salvatore J. Cordileone.