Cono Sur

El arzobispo de Tucumán pidió una profunda autocrítica para la reconstrucción de una patria fraterna

  • Carlos Sánchez presidió el Te Deum por el día de la Independencia
  • Propuso caminar juntos y promover el bien común





El titular de la arquidiócesis de Tucumán, Carlos Alberto Sánchez, presidió el Te Deum en un nuevo aniversario por la Independencia. Dijo que, desde aquel 9 de julio de 1816, nos unimos a orar por el país, para alabar a Dios y darle gracias por la Patria. La plegaria es para que su bendición, la prosperidad, el desarrollo y la dignidad alcancen a todos los argentinos.



De acuerdo a los lecturas proclamadas en esta celebración, expresó que la palabra de Dios ilumina esta fiesta e invita a vivir en el amor, la libertad y la paz.

Agregó que Jesús no es indiferente a la multitud que lo busca, no se esconde, se compadece de la ellos porque estaban como ovejas sin pastor. Asume este pastoreo, atiende a la gente, les habla, les enseña, los cura, los dignifica, les da de comer.

La situación actual

El arzobispo señaló que hoy nuestra Patria es un pueblo hambriento, desconcertado, preocupado, herido. En muchas familias falta el pan y el trabajo digno. Creció la pobreza, el hambre de justicia y dignidad, de respeto y cuidado de la vida en todas sus etapas.

Hay hambre de paz social, de respeto a la Constitución y de democracia auténtica. Hay hambre de diálogo, de encuentro y participación para superar divisiones y enfrentamientos. Hambre de verdad, de una educación que ponga en primer lugar a la persona humana, que no imponga ideologías, que conduzca a pensar y realizarse dignamente”, aseveró.

Hay hambre de libertad y de una vida más segura y cordial; de confianza y trabajo entre todos por el bien común, de esperanza y consuelo, hambre de fraternidad y de amor. “Tenemos la tentación de borrarnos ante las necesidades del hermano, de pasar indiferentes, de ningunearlos, de despacharlos”, opinó.

La propuesta de Jesús

Sin embargo, Sánchez indicó que el mismo Jesús nos da algunas claves para calmar tanta hambre, para poder alimentar a muchos argentinos, para ir transformando la realidad:

  • Conocer la propia riqueza, valorar nuestras diversas capacidades y potencialidades, todo lo que podemos hacer por el bien común.
  • La organización en pequeñas comunidades y la cercanía que fortalece los vínculos para acrecentar la amistad social y la fraternidad
  • La confianza en Dios que nunca abandona

El secreto del milagro fundamentalmente es compartir con humildad, entrega y generosidad. El Evangelio termina diciendo que todos comieron hasta saciarse y sobró y se llenaron 12 canastas

“Nuestros próceres, nuestros padres y nosotros soñamos con una Argentina mejor. Que hagamos realidad este sueño con nuestro compromiso cotidiano de compartir lo que somos y tenemos“, aseguró el arzobispo tucumano.

Caminar juntos, buscar la reconciliación y el bien de todos, salir de nosotros y de nuestros intereses, ir hacia la cultura del encuentro, amar y servir a la Patria creciendo en fraternidad, promoviendo la amistad social, fueron algunos de los pedidos hechos por el obispo.

Incluyó a los dirigentes de todos los ámbitos a quienes exhortó a tomar decisiones en favor de todos, especialmente de los que más sufren, en las tareas y responsabilidades que les corresponde.

Una Patria de hermanos

“Nuestros próceres nos han legado una patria hecha con sangre y sudor, con amor y sacrificio. Ahora la vemos desgarrada por la pobreza, el endeudamiento y la falta de un proyecto de Nación. Queremos una Patria de hermanos”, aseveró Sánchez.

Recordó dos textos de la encíclica Fratelli Tutti en la que pide promover el bien y caminar juntos hacia un crecimiento genuino; asegurar la trasmisión de los valores para evitar una vida cerrada a toda trascendencia y clausurada en intereses individuales (113). Luego, aludió a la misma carta para recordar que allí pide que resurja la vocación de ciudadanos, de constructores de un nuevo vínculo social; que la sociedad se encamine a la prosecución del bien común y reconstruya su orden político y social, el tejido de relaciones: «la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro»” (FT 66)

Finalmente pidió que volvamos nuestro corazón a Dios, con una profunda autocrítica, para desde los errores individuales y colectivos, podamos convertirnos y comprometernos en la reconstrucción de la patria desde la fraternidad y la amistad social. Pidió, también, la protección de la Virgen de la Merced, y que los Santos y Beatos argentinos -Cura Brochero, Mamá Antula, Fr. Mamerto Esquiú, mártires riojanos y del Zenta y otros- nos animen a trabajar por el bien de todos e intercedan por nuestra Patria Argentina.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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