Era martes. 14 de julio de 1997. Funeral por Miguel Ángel Blanco. “No hay justificación. La responsabilidad del asesinato es exclusivamente de sus autores, de sus instigadores y de cuantos los apoyan”. Estas fueron las palabras del entonces obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, durante su homilía, mientras no quitaba ojo a la hermana y padres del joven concejal de Ermua asesinado por ETA. 25 años después, no se olvida. El pasado 10 de julio tuvo lugar el acto institucional en su memoria, que presidió el rey Felipe VI. El obispo de Bilbao, Joseba Segura, en aquel entonces responsable de la Pastoral Social, fue el representante eclesial.
- PODCAST: Hummes… y “no te olvides de los pobres”
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El clamor de la sociedad entonces fue grande. Una de las instituciones que llevaba años gritando en silencio era Gesto por la Paz. Esos días la comunidad cristiana se sumó a las llamadas de toda la ciudadanía solicitando acabar con la violencia de la organización terrorista. Miren Leanizbarrutia, miembro de Gesto por la Paz y de la comunidad cristiana de Ermua-Mallabia, recuerda aquellos días como “los más duros que nunca haya vivido”.
Pacificación plena
“Después del jueves del secuestro, el viernes fue un día raro. Había una mínima esperanza de que lo pudieran liberar, por eso, nos concentramos en una vigilia en la plaza de Ermua para pedir la liberación. Al día siguiente, Gesto por la Paz estuvo presente en la macro manifestación. El sábado apareció mal herido y Ermua fue una olla a presión, la gente salió a la calle…”. Y continúa: “El alcalde organizó una manifestación espontánea. Guiados por José María Larruskain, nuestro párroco, nos unimos en la parroquia Santiago Apóstol e hicimos una oración. El domingo falleció y nos invadió a todos un profundo dolor”, rememora.
El cardenal arzobispo emérito de Valladolid concedió una entrevista la pasada semana a Radio Popular-Herri Irratia en la que recordaba esos días “con el corazón en un puño”. Así, en los micrófonos de Radio Euskadi, afirmó que desea que “la pacificación llegue plenamente y no se puede provocar tampoco con acogidas como a héroes de los que salen de la cárcel, eso no puede ser, eso es un escarnio”. Además, aseguró que siempre le impresionó que las víctimas del terrorismo “nunca se tomaron la justicia por su mano”, lo que constata “generosidad y respeto del orden constituido”.