El papa Francisco ha recibido hoy en el Vaticano, en un gesto excepcional, a tres congregaciones religiosas diferentes al mismo tiempo, que se encuentran en Roma celebrando su Capítulo General: la Orden de la Madre de Dios, la Orden Basiliana de San Josafat y la Congregación de la Misión.
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Francisco ha querido recordar a los participantes en la audiencia la importancia de ejercer una “tolerancia cero” frente a los abusos sexuales a menores o personas vulnerables. Así, el Papa les ha pedido que “no escondan esta realidad”.
“Somos religiosos para llevar a la gente a Jesús, no para ‘comernos’ a la gente con nuestra lujuria”, ha dicho el Papa. “Y el abusador destruye, ‘come’, por así decirlo, al abusado con su lujuria”. Además, en cuanto a la denuncia, ha animado a llevarlas a cabo en todos los casos, así como a acompañar a los victimarios en lugar de enviarlos a otras comunidades: “Te acompaño, eres un pecador, estás enfermo, pero tengo que proteger a los demás. Por favor les pido esto, tolerancia cero“, ha insistido el Papa. “Esto no se soluciona con un traslado”.
Discernimiento y evangelización
En cuanto a la celebración de los capítulos generales, Francisco ha señalado que es “el momento de discernimiento comunitario, no de dar ideas: con la ayuda del Espíritu Santo tratamos de ver si y en qué medida hemos sido fieles al carisma, en lo que el Espíritu nos empuja a avanzar y lo que en cambio nos pide cambiar”.
Así, ha aprovechado esta oportunidad para reiterar un criterio que considera esencial para hacer el discernimiento: la evangelización. “Cuando nos preguntamos por nuestra fidelidad creativa al carisma original, debemos preguntarnos si nuestra manera de interpretarlo y de realizarlo es ‘evangelizadora’, es decir, si las elecciones que hacemos -en términos de contenido, métodos, herramientas, estilo de vida- están orientados a testimoniar y anunciar el Evangelio”.
“Como religiosos, estáis llamados a evangelizar, además de a nivel personal, como todo bautizado, también en forma comunitaria, con vida fraterna“, ha concluido. “Pero sabemos bien, también por experiencia, cuán exigente es esto: es el gran desafío de la vida común, inconcebible para la mentalidad del mundo, pero, precisamente por eso, signo del Reino de Dios”.
