Después de tres años de pastoreo en Ávila, el Papa envía al prelado comunicador a pilotar una puesta a punto económica y pastoral antes de que Javier Martínez cumpla 75 años en diciembre
José María Gil Tamayo será el próximo arzobispo de Granada. Eso sí, antes tendrá que ejercer de obispo coadjutor de la archidiócesis andaluza, tal y como ha informado hoy la Santa Sede. Y es que Gil Tamayo desembarcará cuando apenas queden cinco meses para que el actual arzobispo, Javier Martínez, cumpla 75 años en diciembre, la edad preceptiva para que los prelados presenten su renuncia al Papa.
Al igual que sucediera en Almería, Gil Tamayo está llamado a llevar a cabo una puesta a punto como coadjutor tanto desde el punto de vista económico como pastoral. Sin embargo, se espera que la acogida del arzobispo saliente sea algo más dialogante y colaborativa que la mostrada con el emérito almeriense, Adolfo González Montes, con su relevo, Antonio Gómez Cantero.
A esto se une, la propia realidad personal de Martínez, que se habría agravado tras sufrir un accidente de trafico el pasado diciembre. Ya antes vendría arrastrando, tal y como comentan fuentes del obispado, un complejo cuadro anímico.
No en vano, el pastoreo de Javier Martínez no ha sido especialmente tranquilo. En la memoria colectiva se guarda la imagen del pastor postrado ante el altar mayor de la catedral para pedir perdón por el escándalo de la pederastia envuelto en la polémica mediática del caso Román, que acabaría después con la absolución del sacerdote acusado de abusos. Su nombre también se ha vinculado a las terapias de conversión para homosexuales, puesto que la diócesis acoge la residencia donde se llevaría a cabo estas prácticas, tal y como denunció la revista Vida Nueva hace justo un año.
Según ha confirmado Vida Nueva, el Papa conoce de primera mano tanto la situación en la que se encuentra Granada como las circunstancias personales que vive Martínez y, de la misma manera, ha dado su visto bueno para que Gil Tamayo, experimentado en afrontar contextos espinosos y crisis institucionales y comunicativas.
José María Gil Tamayo, de 65 años, hace las maletas para Granada, después de pastorear durante tres años y medio la diócesis de Ávila, donde recaló como reconocimiento a su buen hacer como secretario general de la Conferencia Episcopal Española durante cinco años, en pleno aterrizaje del Papa Francisco y con la consiguiente transición episcopal no resuelta todavía en el seno de la Iglesia española.
Gil Tamayo deja la diócesis de Teresa de Jesús en pleno desarrollo de sus propuestas pastorales. Prueba de ello es que justo ahora se encontraba en plena celebración del año jubilar que había logrado arrancar a Roma con motivo del cuarto centenario de la canonización de la santa. Y se despide con una decisión de gobierno significativa: ceder la titularidad de la Universidad Católica de Ávila al Instituto Secular de las Cruzadas de la Santa María, que desde el minuto cero de la creación del centro de formación han estado al frente de este proyecto educativo.
Heredero del espíritu conciliar y vocación periodística del recientemente fallecido Antonio Montero, este extremeño perteneciente a la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz -vinculada al Opus Dei-, fue el rostro y la voz de la Iglesia durante el cónclave que eligió a Jorge Mario Bergoglio.