La Diócesis de Zamora ha ofrecido su seminario para los evacuados por los incendios

  • Por ahora, al contar con suficientes estructuras, la Administración autonómica no ha solicitado este recurso al Obispado
  • Cáritas ha realojado a 20 personas en tres de sus residencias y ofrece agua y alimentos a los afectados
  • La Secretaría de Estado de la santa Sede, en nombre del Papa, transmite “su solidaridad y afecto hacia todas las víctimas”

Incendio forestal registrado en la comarca de Tábara (Zamora)

Si cada año, en las fechas estivales, los incendios son una lacra que devasta enormes territorios, este verano la situación es especialmente grave, con hasta 30.000 hectáreas calcinadas y grandes focos en Galicia, Extremadura, Madrid, Ávila, Salamanca o Zamora. De hecho, en esta última, hay 34 municipios evacuados y cerca de 6.000 personas desalojadas, considerando la Junta de Castilla y León que ahora mismo el fuego es “inextinguible”. Y, lo peor de todo, ya ha habido dos víctimas mortales: un brigadista que trabajaba en su extinción y un pastor.



Ante este horror, la Iglesia zamorana y, personalmente, su obispo, Fernando Valera, se han puesto a disposición de las autoridades municipales y autonómicas para acoger en sus espacios a los vecinos evacuados que lo puedan necesitar. Como explica a Vida Nueva Juan Carlos López, director diocesano de Comunicación, hasta 20 personas han podido ser realojadas en tres residencias gestionadas por Cáritas en las localidades de Fermoselle, Alcañices y Carbajales de Alba. En este último municipio, además, voluntarios de la entidad eclesial “están distribuyendo alimentos y agua potable” a los evacuados en un pabellón municipal.

Respuesta eficaz

Tras visitar el día anterior el dispositivo establecido en IFEZA, recinto ferial en la capital zamorana, López valora que “la respuesta de las autoridades está siendo rápida, eficaz y digna”. Allí, además, pudo ofrecer a la delegada territorial “las instalaciones de nuestro seminario, que cuenta con 40 habitaciones y varias aulas grandes, pero, por ahora, no nos lo han solicitado”.

A nivel espiritual, “muchos sacerdotes de Zamora y de Astorga, diócesis con la que compartimos parte del territorio y cuyo obispo también se está volcando, están ofreciéndose a acompañar a la gente. En una situación así, en la que vemos con horror cómo toda nuestra provincia se está quemando, es lo único que podemos hacer: acompañar”.

Ante la dimensión de la desgracia, la Diócesis de Zamora acaba de confirmar que la Secretaría de Estado de la Santa Sede ha contactado con el obispo zamorano “para conocer la situación actual y trasladársela al papa Francisco”. Además, en nombre del Santo Padre, se transmite “su solidaridad y afecto hacia todas las víctimas”.

También en Ciudad Rodrigo

Otra situación difícil se da en la Diócesis Ciudad Rodrigo, pastoreada por José Luis Retana, también obispo de Salamanca, un gravísimo incendio en Monsagro está afectando a toda la región. De hecho, los diez monjes carmelitas de Las Batuecas, que apenas unos días antes habían visto cómo las llamas se habían quedado a las puertas de su Monasterio de San José y habían incluso podido procesionar a la Virgen del Carmen junto a la parroquia local de La Alberca, en una simbólica imagen con un pueblo prácticamente abandonado, al final, a los dos días, tuvieron que abandonar su comunidad y trasladarse con sus compañeros carmelitas a Alba de Tormes.

Por su parte, el obispo Retana ha contactado con el alcalde de Monsagro, Marcos Iglesias, así como con Protección Civil y la Delegación del Gobierno, y ha ofrecido los espacios y los recursos eclesiales para atajar lo antes posibles esta situación de emergencia. Por ahora, han hecho llegar colchones y almohadas.

La clave, acompañar

Por su parte, el párroco del municipio, Efraín Peinado, destaca en un mensaje difundido por la Diócesis de Ciudad Rodrigo que “lo importante es acompañar y estar con la gente”. Algo que él mismo testimonia, pues acude cada día a la Escuela Hogar Los Sitios, donde muchos vecinos viven estos días tras verse obligados a dejar sus hogares. El sacerdote cuenta cómo, a los habitantes de Monsagro, se han unido en las últimas horas muchas personas de las localidades cercanas de Guadapero y Morasverdes. Una experiencia de refugio en la que no han estado solos, sino que les han acompañado sus respectivos párrocos: Isidoro González y Juan Carlos Sánchez.

A nivel personal y de fe, Peinado recuerda que, cuando estaba en el seminario y soñaba con ser sacerdote, “me enseñaron unas maneras de ser y de actuar”. Así, ahora tiene la oportunidad de “seguir el ejemplo de Cristo, el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas”. Un rebaño compuesto por todos, no solo por los feligreses: “Intento estar con todos, ser el párroco para todos; para los que van a la Iglesia y los que no”.

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