Julián Barrio preside la festividad del patrón de España con la presencia de la Familia real al completo
Para el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, “el Año Santo es tiempo de sanación, de curación y de gracia para fortalecer la fe, avivar la esperanza y vivir la caridad personal y socialmente”. Así lo compartió esta mañana durante la eucaristía celebrada en la catedral con motivo de la festividad del apóstol, en presencia de la Familia Real al completo: Felipe VI, Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía.
Los Reyes y sus hijas presentaron la tradicional ofrenda al patrón de España en este Xacobeo de doblete que la Santa Sede extendió un segundo año por motivo de la pandemia. En representación del Gobierno, acudió la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. Aunque el presidente Pedro Sánchez estaba también en la ciudad, como es habitual, declinó participar en el acto religioso.
“La solemnidad del Patrono de España nos recuerda que el cristianismo es una realidad de vida en Cristo que configura nuestra identidad cristiana”, defendió Barrio, que se detuvo en cómo hoy vivimos “agobiados por preocupaciones y fascinados por eslóganes publicitarios, no encontramos tiempo para preguntarnos sobre lo importante en nuestra vida”.
Por eso, hizo un llamamiento a buscar “un trasfondo religioso” y no quedarse en el “vacío con lo inútil, arrancando las raíces de nuestro origen”, En el marco de esta reflexión, lamentó que “el hombre en nuestros días se considera un náufrago en una isla desconocida, sin más apoyo que su problemático yo y a merced de la nada”. Frente a ello, presentó el amor de Dios como aquel que “lleva al océano de la verdad y del bien que dan sentido a la existencia”.
La homilía del arzobispo se centró en reivindicar el aporte del cristianismo en el mundo de hoy. De hecho, expuso cómo “la cultura cristiana es una contracultura en esta sociedad compleja, mareante y contradictoria”. Así, reivindicó “los valores esenciales de la austeridad, el esfuerzo, la solidaridad y la caridad”, para que “nuestra unidad se enriquezca con la pluralidad que nos es propia”.
“Seamos responsables del contenido de nuestra fe en medio de la incertidumbre europea”, alentó a los católicos a quienes lanzó una particular encomienda: “El cristiano no está hecho para recluirse en su rincón, y resignarse a vivir encerrado en un fragmento de la realidad”.
En una condena del aborto y de la eutanasia, en su homilía también expuso que “el respeto por la dignidad de la persona desde su concepción hasta la muerte natural ha de ser la norma inspiradora del auténtico progreso social, económico, cultural y científico”.