Continúa el viaje apostólico del papa Francisco por Canadá. En el ecuador de la visita, el pontífice ha dejado Edmonton y se ha trasladado a Quebec donde permanecerá hasta el viernes por la tarde, cuando regrese a Roma. El Papa ha volado durante la mañana y ha asistido, a las 16:45 h. –una hora más tarde de los previsto inicialmente– a una ceremonia de bienvenida en la ‘Ciudadela de Quebec’, residencia de la Gobernadora General, Francisco se ha reunido con esta representante de la reina Isabel II, Mary Simon, y con el primer ministro Justin Trudeau. La ceremonia ha incluido algunos rituales propios de los nativos americanos que pueblan Canadá.
Tras los encuentros privados, se ha organizado uno de carácter público con las autoridades civiles, los representantes de los pueblos indígenas y el Cuerpo Diplomático, donde el papa Francisco ha podido dirigir un discurso. Antes Trudeau en su intervención recordó a los niños indígenas que han sufrido diversos abusos en el pasado en los internados regentados por la Iglesia católica en el país e hizo una llamada a la reconciliación. Simon, en su intervención –que hizo sentada como el Papa e, incluso, en el mismo tipo de silla–, dio la bienvenida Bergoglio, presentó al grupo presente en la sala y agradeció al pontífice que hubiera emprendido esta peregrinación penitencial a Canadá. La gobernadora también puso voz a la familia de los supervivientes de las residencias católicas para indígenas para hacer una llamada a la reconciliación.
También el pontífice ha firmado en el libro de honor con estas palabras: “Peregrino en Canada tierra que se extiende de mar a mar, pido a Dios que este gran país sea siempre ejemplo en la construcción de un futuro que custodie y valore las raíces, en particular los pueblos indígenas, y en el ser una casa acogedora”.
En su intervención, el papa Francisco destacó las bondades del paisaje canadiense lleno de arces, como muestra la bandera del país y que representa el uso que de el arbos hacían los nativos. Por ello animó a “amar la creación” y a potenciar la “capacidad de escuchar a la naturaleza y a Dios” en medio de las prisas del mundo actual que general “una sociedad del cansancio y la desolación”. Por ello incitó a dialogar frente al individualismo imperante.
Alabando los valores presentes en las culturas indígenas, invitó a “sanar los dañinos hábitos de explotar la creación, las relaciones, el tiempo” y el utilitarismo. Condenando las “políticas de asimilación y desvinculación que incluían las escuelas residenciales y que dañaron a muchas familias indígenas minusvalorando su lengua, su cultura, su visión del mundo”. Señaló la “vergüenza y dolor” por la implicación de instituciones eclesiales locales, ante lo que “junto a los obispos de este país” renovó su “petición de perdón por el mal cometido, que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas” frente al mensaje del evangelio.
Ante esto, invitando a la sanación y la reconciliación, renovó la petición para retomar “la relación entre la Iglesia y los pueblos indígenas de Canadá, una relación marcada tanto por un amor que ha dado grandes frutos como también, lamentablemente, por heridas que nos estamos esforzando en comprender y sanar”. “Los momentos que vivimos juntos han dejado en mí una huella y el firme deseo de responder a la indignación y la vergüenza por el sufrimiento que soportaron los indígenas, recorriendo un camino fraternal y paciente con todos los canadienses conforme a la verdad”, reiteró.
Frente a la mentalidad colonizadora del pasado antepuso las colonizaciones ideológicas del presente como la llamada cultura de la cancelación. Para el Papa hay “una mentalidad que, presumiendo de haber superado “las oscuras páginas de la historia”, da cabida a la así llamada cultura de la cancelación, que juzga el pasado sólo en función de ciertas categorías actuales”.
Ante esto, ha destacado “la importancia de promover comunidades humanas que no uniformen, sino que sean realmente abiertas e inclusivas” ante los problemas de hoy: la violencia contra la mujer, el desempleo juvenil… También ante esto, añadió, “los pueblos indígenas tienen mucho que enseñarnos sobre el cuidado y la protección de la familia, donde ya desde niños se aprende a reconocer lo que está bien y lo que está mal, a decir la verdad, a compartir, a corregir los errores, a empezar de nuevo”.
Unos errores que llegan hasta la situación de la guerra. Para Francisco, “hoy, ante la locura sin sentido de la guerra, necesitamos de nuevo calmar los extremismos de la contraposición y curar las heridas del odio”. “No necesitamos dividir el mundo en amigos y enemigos, distanciarnos y armarnos hasta los dientes: no será la carrera armamentística ni las estrategias de disuasión las que traigan la paz y la seguridad”, clamó frente a las “guerras frías que todavía se extienden”. Y es que la guerra, para el Papa, es un reto global como la superación de la pandemia o el cambio climático.
Por ello pidió esta mirada de altura a los políticos, escuchando a los sueños de los jóvenes y la sabiduría de los mayores. “Hay que saber mirar, como enseña la sabiduría indígena, a las siete generaciones futuras, no a la conveniencia inmediata, a los plazos electorales o al apoyo de los lobbies”, reiteró. El Papa felicitó también el compromiso de Canadá con el cuidado de la naturaleza.
“El multiculturalismo es un reto permanente; se trata de acoger y abrazar a los distintos componentes presentes, respetando, al mismo tiempo, la diversidad de sus tradiciones y culturas, sin suponer que el proceso esté concluido de una vez para siempre”, añadió. Mirando a los excluido, el Papa destacó que “es necesario trabajar para superar la retórica del miedo hacia los inmigrantes y darles, según las posibilidades del país, una oportunidad concreta de participar responsablemente en la sociedad”. También reclamó una mayor atención y cuidado de la escolarización y exclusión por la pobreza en los indígenas.
Para el pontífice, “es escandaloso que la riqueza generada por el desarrollo económico no beneficie a todos los sectores de la sociedad. Y es triste que sea precisamente entre los nativos donde se registran a menudo muchos índices de pobreza, a los que se unen otros indicadores”. El Papa concluyó su intervención señalando que lleva a Canadá muy cerca de su corazón.