El Papa no se cierra a posibles cambios al magisterio vinculado al uso de los anticonceptivos. Así se desprende su reflexión lanzada en la rueda de prensa en el avión que le llevó de regreso a Roma después del viaje de seis días a Canadá para pedir perdón por los abusos cometidos a los indígenas en los orfanatos católicos durante más de un siglo.
“Se trata de algo muy puntual. Pero sabed que el dogma, la moral, está siempre en vías de desarrollo, pero en un desarrollo en el mismo sentido”, expuso Francisco al ser preguntado si está abierto a una reevaluación de la doctrina en esta materia. “Para el desarrollo teológico de una cuestión moral o dogmática, hay una regla que es muy clara y esclarecedora”, dijo a continuación.
Al ahondar en la cuestión, se remitió al monje francés de Vicente de Lerins, que mantenía que “la verdadera doctrina para avanzar, para desarrollarse, no debe ser tranquila, se desarrolla y se consolida con el tiempo, se expande y se consolida y se hace más firme pero siempre progresando”.
De esta manera, Francisco avaló un reciente congreso vaticano promovido por la Pontificia Academia sobre la Vida en el que se debatió sobre la anticoncepción. “Han cumplido con su deber, porque han tratado de avanzar en la doctrina, pero en sentido eclesial, no fuera, como dije con aquella regla de San Vicente de Lerins”. “Entonces el Magisterio dirá, sí es bueno o no es bueno”, dejó en abierto.
Al hilo de esta cuestión, compartió que “una Iglesia que no desarrolla su pensamiento en sentido eclesial es una Iglesia que va hacia atrás, y este es el problema hoy”. Fue en este punto cuando lanzó un dardo para los “tradicionalistas” a los que rebautizó como “indietristas”, a los que definió como aquellos que “van hacia atrás, sin raíces: siempre se ha hecho así, en el siglo pasado se hizo así”. “Y el ‘indietrismo’ es un pecado porque no va con la Iglesia”, subrayó, acusándoles de estar siempre “cerrados”: “Si concibes la tradición cerrada, esa no es la tradición cristiana…”.
Pero no fue este el único asunto que abordó con los comunicadores. Varias cuestiones se centraron en una posible renuncia. “Con toda honestidad: no es una catástrofe, se puede cambiar de Papa, ¡no hay problema!”, dijo con naturalidad. Pero, también aclaró que “la puerta está abierta, es una opción normal, pero hasta hoy no he llamado a esta puerta, no he dicho que voy a esta habitación, no he escuchado pensar en esta posibilidad”. A renglón seguido, añadió que “eso no significa que pasado mañana no me ponga a pensar, ¿verdad? Pero ahora mismo, sinceramente, no lo sé”.
De puntillas, pasó en cambio sobre un posibler viaje a Kiev: “Dije que me gustaría ir a Ucrania. Vamos a ver ahora lo que me encuentro cuando llegue a casa”.
Eso sí, reconoció que las dificultades de movilidad provocadas por su rodilla sí le van a obligar a replantearse su agenda internacional. “No creo que pueda ir al mismo ritmo que antes. Creo que a mi edad y con esta limitación, tengo que ahorrar un poco para poder servir a la Iglesia o, por el contrario, pensar en la posibilidad de dar un paso al costado”.
En esta misma línea, reconoció que “este viaje también ha sido un poco una prueba… es cierto que no puedes hacer viajes en este estado, tienes que quizás cambiar un poco tu estilo, disminuir, pagar las deudas de los viajes que te quedan por hacer, reorganizar…”.
En relación a este periplo norteamericano, el pontífice dio un paso al frente para pronunciar una expresión que no utilizó en ninguno de sus encuentros con las víctimas de las llamadas escuelas residenciales: genocidio. Francisco admitió que “es cierto que no utilicé la palabra porque no me vino a la mente, pero describí el genocidio y pedí perdón, perdón por esta obra que es genocida”. “Sí, era un genocidio, sí, sí. Tranquilos, tú puedes informar que yo he dicho que fue un genocidio”, sentenció, reiterando su perdón a las comunidades nativas.
A partir de ahí, denunció “el colonialismo ideológico” de la sociedad actual, vinculado a un “progresismo acelerado, algo neurótico que tenemos. No hablo en contra del desarrollo: el desarrollo es bueno. Pero no es bueno con la ansiedad del desarrollo-desarrollo-desarrollo…”.
Sobre la nota publicada la semana pasada por la Santa Sede en la que se cortaba las alas al Camino Sinodal Alemán, aclaro que se trata de un comunicado de Secretaría de Estado y admitió que “fue un error no firmarlo”.
Eso sí, distinguió las palabras de lo que vendría a ser el departamento del primer ministro del Vaticano, de su reflexión personal que plasmó en una carta a los católicos alemanes hace dos años: “Me salté la Curia, porque no hice consultas, nada. Hice mi propio camino también como pastor para una Iglesia que busca un camino, como hermano, como padre y como creyente. Y este es mi mensaje. Sé que no es fácil, pero todo está en esa carta”.