Solo dos días después de llegar de su visita apostólico de seis días a Canadá, el Vaticano confirma el viaje del papa Francisco a Kazajistán. Este y la ya confirmada visita a L’Aquila el 28 de agosto tiran por tierra todos los rumores sobre la supuesta renuncia de Jorge Mario Bergoglio.
Francisco, pese a ir en silla de ruedas, no pisa el freno y participará del 13 al 15 de septiembre en el VII Congreso de Religiones Mundiales y Tradicionales, que se celebrará en la capital, Nursultán.
A la espera del programa, este viaje tiene el aliciente de un posible encuentro presencial con el patriarca Kirill de Moscú, con quien el Pontífice ha mantenido unas relaciones fluidas en sus nueve años de pontificado, solo enfriadas desde que en febrero Rusia invadiera Ucrania y Kirill apoyará el plan expansionista de Putin. Desde entonces, solo se han visto por videollamada.
Por si fuera poco, el Papa ha recordado durante su reciente viaje a Canadá que Sudán del Sur y Ucrania siguen en su mente. “Me gustaría ir a Ucrania. Vamos a ver ahora lo que me encuentro cuando llegue a casa”, dijo al ser preguntado al respecto en la rueda de prensa de vuelta a Roma.
Y sobre su previsible visita a Sudán del Sur, se expresó así: “Tengo que ir antes que al Congo, porque es un viaje con el arzobispo de Canterbury y el obispo de la Iglesia de Escocia, los tres juntos como hicimos en el retiro de hace dos años. Luego el Congo. Pero será el año que viene, porque es la temporada de lluvias… Tengo toda la buena voluntad, pero veamos qué dice la pierna”.
Así, preguntado sobre su capacidad para seguir manteniendo este alto ritmo viajero, contestaba así: “No creo que pueda ir al mismo ritmo que antes. Creo que a mi edad y con esta limitación, tengo que ahorrar un poco para poder servir a la Iglesia. Pero intentaré seguir viajando y estar cerca de la gente, porque creo que es una forma de servir”.
Francisco se convertirá el 28 de agosto en el primer pontífice en 728 años que abrirá la Puerta Santa de su Basílica de Santa María de Collemaggio. Un momento cargado de simbolismo y en el que el Papa, que seguirá el rastro de Benedicto XVI, quien se postró ante los restos de Celestino V en 2009 (en un gesto que muchos interpretaron como profético de su propia renuncia, cuatro años después), hará un paréntesis en su importante encuentro con los cardenales de todo el mundo, que acudirán esos días a Roma a participar en el consistorio y a un tiempo de reflexión sobre la Constitución Apostólica ‘Praedicate Evangelium’.
Acompañado por el cardenal arzobispo de L’Aquila, Giuseppe Petrocchi, el Papa entrará en la Catedral para una visita privada. A las 9:15 horas, en la explanada de la Catedral, dirigirá un saludo a los familiares de las víctimas del terremoto, a las autoridades y a los ciudadanos presentes en la plaza. A continuación, se trasladará en coche a la Basílica de Santa María in Collemaggio, donde a las 10:00 horas, en la plaza frente a la Basílica, celebrará la Santa Misa con el rito de apertura de la Puerta Santa. Al acabar, volverá en helicóptero al Vaticano, donde aterrizará a las 13:15 horas.