España

El cardenal Omella pide a los jóvenes en Medjugorje que Tik Tok no les robe “la paz y la alegría”





El Festival de Jóvenes de Medjugorje, que se celebra en el santuario mariano bosnio del 1 al 6 de agosto bajo el lema ‘Aprended de mí y encontraréis la paz’, también ha contado con el respaldo del cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, que ha celebrado la misa inaugural, a la que ha llegado acompañado de 200 peregrinos tras dos días en carretera.



El cardenal Omella ha comenzado su homilía recordando que viene de un país “profundamente” mariano. De hecho, ha recordado que Juan Pablo II, en 1982, despidiéndose de su viaje pastoral dijo: “Adiós, España tierra de María santísima”. Asimismo, ha compartido con los jóvenes su procedencia aragonesa –nacido en Cretas– para hablarles de la Basílica del Pilar, dedicada a la Virgen María bajo esta advocación.

En este sentido, el purpurado les ha invitado a buscar en internet acerca de Miguel Pellicer, un joven de Calanda (Zaragoza) –donde el propio Omella fue párroco– con una pierna amputada al que una noche, mientras soñaba que venía la Virgen del Pilar y le reponía la pierna, fue despertado por sus padres impresionados al ver que su hijo había recuperado la misma pierna. Un milagro recogido por los notarios civiles y eclesiásticos en marzo de 1640.

Y es que “¡Es impresionante todo lo que santa María está dispuesta a hacer para llevarnos al encuentro con su Hijo y hermano nuestro Jesucristo!”, ha recalcado.

La vida, un camino de conversión

En su homilía, el presidente de los obispos españoles ha señalado que “la vida es preciosa y merece ser vivida con toda su intensidad”. “Durante la vida vamos librando sucesivos combates y, en ocasiones, el mal a veces nos gana la partida y se apodera de parcelas de nuestra existencia. Sí, el mal va dominando y subyugando aspectos de nuestra vida. Nuestra vida es un camino de conversión continua para, con la ayuda de Jesús y de María, identificar y vencer aquellos parásitos que nos están robando la vida”.

“¿Y cuáles son los yugos y ataduras con los que venimos y que nos roban la paz y la alegría?”, se ha preguntado dando algunos ejemplos: “La imagen, el prestigio, la búsqueda de honores…; el afán de poder, de dinero, de tener o poseer; las redes sociales, el Tik Tok, el YouTube, la pornografía…; o la felicidad confundida con una acumulación ilimitada de placeres”.

Omella ha instado a los jóvenes a no caer “en las garras de los que nos ofrecen soluciones fáciles y rápidas a situaciones complejas. Dios es el único que puede salvarnos, pero lo hará según su cronómetro y no según nuestras prisas ni urgencias. Los tiempos de Dios no son los nuestros. Él piensa en nuestra salvación eterna”.

Con los jóvenes en el bolsillo

En su primera vez en Medjugorje el buen humor del cardenal caló en los jóvenes, a quien, en medio de su extensa homilía les preguntó si ya les había cansado. Ante la negativa de los fieles, prosiguió.

El purpurado ha echado mano de los últimos papas para hablar a los jóvenes sobre el valor de la eucaristía. “San Pablo VI nos recordaba que la gran familia de la Iglesia existe para evangelizar. Y Juan Pablo II nos invitaba a una nueva evangelización. Francisco nos llama insistentemente a la misión, a salir al mundo para anunciar el evangelio con alegría. Ahora bien, no podemos olvidar el sabio consejo que nos daba Benedicto XVI para evitar caer en el desánimo y el cansancio evangelizador: la Eucaristía”, ha detallado.

Omella ha concluido su homilía agradeciendo a los jóvenes su “paciencia” y su “bondad” al escucharle. Y les ha pedido cerrar los ojos para “dejar que Dios te mire con ternura, deja que se acerque a tu alma…. Pídele al Espíritu Santo que abra las puertas de tu corazón y que Jesucristo, el Hijo de Dios, entre y te transforme. No tengas miedo de decirle al Señor, aquí estoy, Señor, entra y quédate en mi corazón”.

Asimismo, ha continuado: “Dile también, haz que mi vida sea camino de santidad y cuenta conmigo para hacer el bien y ayudar a transformar el mundo. Y le decimos todos desde el fondo de nuestro corazón: Santa María, Reina de la Paz, ruega por nosotros y por el mundo entero”.

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