En la mañana de este viernes 5 de agosto, Francisco ha recibido en audiencia a los jóvenes participantes en el Campamento Alpha, llegados de toda Italia y de distintos países europeos. Tras definir como “un regalo para mí y para la Iglesia” el encuentro con ellos, el Papa ha defendido que, “en un contexto que se define como ‘secularizado’”, se constata cómo, “en el corazón humano, la sed de infinito nunca se apaga”.
Apelando a un simbólico joven, en nombre de todos, Bergoglio le ha cuestionado en primera persona: “Incluso dentro de ti, crecido con la tecnología de la información, surgen las grandes preguntas de todos los tiempos: ¿de dónde venimos? ¿Qué hay en el origen de todo? ¿Cuál es el sentido de mi existencia? ¿Y por qué hay tanto sufrimiento? ¿Por qué afecta también a los pequeños e indefensos?”.
A continuación, ha recalcado de “Dios ama mucho las preguntas; en cierto modo, las ama más que las respuestas”. Y es que, si uno se hace “la pregunta esencial”, el “¿qué busco?” que Jesús enseñó a los apóstoles, “es joven, aunque tenga 80 años. Y si no lo pide, es viejo, aunque tenga 20 años”.
En este punto, ha recordado su reciente viaje a Canadá: “Conocí a los indígenas, cuyos antepasados habitaban esas tierras antes de la colonización. Son depositarios de valores y tradiciones ancestrales, pero viven en un país muy moderno y muy secularizado. Ahora, mirándote a ti, estaba pensando en la juventud de esos pueblos indígenas. Tan diferente a ti, y a la vez tan parecido, yo diría más: tan igual”.
Iguales “en el sentido de humanidad, de lo que califica nuestro ser humano, es decir, nuestra relación con Dios, con los demás, con la creación y con nosotros mismos en la libertad, en la gratuidad, en el don de sí mismo. Esta relación expresa una ‘incompletud’, un deseo de plenitud, de plenitud de vida, de alegría, de sentido. Aquí, Jesucristo es esta plenitud”.
Un sentido vital, anclado en la búsqueda de Dios, que “es cierto para mí, que oí la llamada un día determinado cuando tenía diecisiete años. Y esto es cierto para ustedes, para ustedes, chicos y chicas de la era de Internet. Jesús sigue siendo siempre el principio y el fin, el alfa y el omega”.
Un camino en el que es clave la idea de comunidad, de caminar juntos: “Unidos a Jesús, cada uno de nosotros se convierte en una semilla destinada a germinar, a crecer y a dar fruto. Pero debemos seguirlo. Di no al egoísmo, al egocentrismo, a parecer más de lo que somos. No. Ser uno mismo, no inflarse, ni siquiera rebajarse, reconocerse como lo que es, eso es la verdadera humildad. Y, ante el mal que hay en nosotros y a nuestro alrededor, no huir, no evadir la realidad, no encerrarse en uno mismo, sino tomar cada uno su parte de responsabilidad (Jesús dice ‘su cruz’) y llevarla, con amor, con alegría. No solos, no, eso no es posible: siempre con Jesús, Él delante y nosotros detrás”.
Y es que “Dios no quiere fotocopias, solo originales”. Momento en el que ha homenajeado a un referente en la fe muy querido por la juventud italiana: “¿Sabes a quién le gustaba decir eso? Bendito Carlo Acutis. Un chico italiano, nacido en Inglaterra y criado en Milán; uno como tú, un niño de este tiempo, un entusiasta de la informática, sobre todo un amante de Jesús, de la Eucaristía, a la que llamaba ‘la autopista del cielo’. La vida terrenal de Carlo fue corta, muy corta, pero fue plena. Era como una carrera, una carrera hacia el cielo. Tomó la carrera desde el día de su Primera Comunión, cuando se encontró con Jesús en su Cuerpo y Sangre. Sí, porque Jesús no es una idea, ni una regla moral; no, Jesús es una persona, un amigo, un compañero de viaje”.