Una semana después de su vuelta del viaje a Canadá, y tras retomar las audiencias de los miércoles tras el mes de julio, el papa Francisco se ha vuelto a reunir con los files y peregrinos presentes en Roma. El pontífice presidió la tradicional oración mariana del ángelus desde la ventana del despacho papal en el Palacio Apostólico del Vaticano.
En sus saludos, el pontífice ha agradecido el primer envío de cereales de los puertos de Ucrania como “signo de esperanza” nacido del diálogo para llegar a acuerdos como debería ser una paz duradera. También lamentó el accidente en Croacia de unos peregrinos polacos a Medjugorje. También saludó a los jóvenes de la Peregrinación Europea de Jóvenes en Santiago de Compostela y ha impartido su bendición a los peregrinos y organizadores que han experimentado que la vida es una camino hacia Dios y a los hermanos.
Comentado el evangelio del día, en el que “Jesús se dirige a los discípulos para tranquilizarlos de cualquier temor e invitarlos a la vigilancia”, Francisco invitó a “superar los miedos que a veces nos paralizan y para vencer la tentación de una vida pasiva y dormida”. “No hay que preocuparse ni inquietarse: nuestra historia está firmemente en manos de Dios. Nos anima esta invitación de Jesús a no temer. A veces, de hecho, nos sentimos presos de un sentimiento de desconfianza y angustia: es el miedo a no tener éxito, a no ser reconocidos y amados, a no poder realizar nuestros proyectos, a no ser nunca felices…”, señaló el Papa recordando las palabras de Jesús sobre “el cuidado amoroso y providente del Padre”.
Para Francisco, si “nos apresuramos a buscar soluciones, a encontrar algún espacio en el que emerger, a acumular bienes y riquezas, a obtener seguridad” acabaremos “viviendo en una ansiedad y una preocupación constantes”. “Jesús, en cambio, nos tranquiliza: ¡no temáis! Confía en el Padre, que desea darte todo lo que realmente necesitas. Ya te ha dado a su Hijo, su Reino, y siempre te acompaña con su providencia, cuidando de ti cada día. No temas: ¡ésta es la certeza a la que hay que atar tu corazón!”, añadió.
“El Señor vela amorosamente por nosotros no nos da derecho a dormir, a dejarnos llevar por la pereza. Por el contrario, debemos estar despiertos, vigilantes. Porque amar significa estar atento al otro, estar atento a sus necesidades, estar disponible para escuchar y acoger, estar dispuesto”, animó Francisco. Citando a Hamlet, Bergoglio destacó que las parábolas de Jesús nos invitan a “permanecer despiertos, no dormirnos, es decir, no distraernos, no ceder a la pereza interior, porque, incluso en situaciones en las que no lo esperamos, el Señor viene”. Algo que el pontífice ha invitado a preguntarse interiormente a los presentes.
“Ser vigilante significa también ser responsable, es decir, custodiar y administrar fielmente esos bienes”, añadió Bergolgio. “Hemos recibido tanto: la vida, la fe, la familia, las relaciones, el trabajo, pero también los lugares donde vivimos, nuestra ciudad, la creación”, destacó. “Caminemos sin miedo, con la certeza de que el Señor siempre nos acompaña. Y permanezcamos despiertos, no sea que nos durmamos al paso del Señor”, concluyó el pontífice recordando a María.