Las previsiones económicas en este momento no son nada optimistas. Sin embargo, la deriva de las organizaciones de gestión económica de la Santa Sede ha hecho que el 2021 terminara mejor de lo esperado. Así lo ha señalado el prefecto de la Secretaría para la Economía, Juan Antonio Guerrero Alves, en una entrevista para los medios vaticanos en la que ha anunciado que el balance ha dejado 3 millones de euros de déficit frente a los 33 millones previstos, lo que supone un respiro tras unos años de duro sacrificio y compleja reorganización.
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Crece la transparencia
Guerrero señala que se han dado “muchos pasos en este tiempo en la buena dirección de la trasparencia, de la tutela económica de la Santa Sede y de la sostenibilidad”. Si bien, el futuro se presenta “muy incierto” ya que el Vaticano tiene algunos problemas de capitalización, a pesar de que ya se ha vendido el polémico edificio en un exclusivo barrio londinense. Los números son claros: “de un total activo de 2,2 mil millones de euros en el 2020 a los 3,9 en el 2021; de un pasivo de 0,8 mil millones de euros a 2,3; de un patrimonio neto de 1,4 mil millones de euros a 1,6; los ingresos han pasado de 248 millones de euros a 1.093 millones de euros; los costes de 315 millones de euros a 1.096 millones de euros; el déficit total ha resultado ser de 3 millones de euros”, señala el prefecto.
El déficit precisa Guerrero no busca el “superávit, sino la sostenibilidad del servicio de la Santa Sede. Un déficit de 3 millones de euros en un presupuesto de 1.100 millones no es tanto, está prácticamente equilibrado, y no parece una cifra para preocuparse”, opina. Ahora bien, señala que se pueden hacer mejoras en algunas áreas, aunque destaca los “sacrificios” que se han hecho dentro de la Curia romana. Ahora bien, advierte que “en realidad la Santa Sede se despatrimonializa cada año un promedio de 20-25 millones de euros”, lo que supone que “no podemos compensar los gastos de algunos entes con los ingresos de todos los demás”.
“Para el futuro se nos prospecta un tiempo muy incierto. No tenemos muchas variables sobre las que operar para enfrentar la crisis, no tenemos política fiscal ni monetaria, ni control sobre una gran parte de los ingresos. Más allá de nuestros problemas estructurales, la situación mundial –guerra, inflación, falta de suministros, incertidumbre financiera, etc.– crea para nosotros nuevos desafíos y oportunidades”, apunta el prefecto. Por otro lado, destaca que se han dado “muchos pasos en este tiempo en la justa dirección de la trasparencia, de la tutela económica de la Santa Sede y de la sostenibilidad. Los dicasterios y las instituciones curiales están implementando procedimientos y dando pasos adelante en la justa dirección”, algo que va dando sus frutos y se traduce en la publicación de datos que hasta ahora eran reservados.
Nueva gestión del patrimonio
Por otra parte, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica también ha ofrecido sus cifras en una entrevista de su presidente, Nunzio Galantino. Esta división ha conseguido en 2021 un superávit de 8,11 millones de euros, a pesar de las dificultades causadas por la pandemia. Además, Apsa dio una mayor contribución a la Curia, más de 4,6 millones de euros en 2021 para cumplir su misión. “Desde el punto de vista económico, el ejercicio 2021, aunque frente a una recuperación respecto al año anterior, siguió caracterizándose por las consecuencias causadas por la pandemia. Las perspectivas se hacen aún inciertas por la guerra en Ucrania. Mientras tanto, ha proseguido por parte de la Administración la política de ayuda a los inquilinos en dificultades debido a la crisis”, informó el presidente.
Una de las encomiendas particulares que ha tenido Apsa es la de “vender el conocido palacio de Londres, para liberarnos de aquel bien que había sido fuente de un escándalo que ciertamente no le ha hecho ningún bien a la Iglesia. Gracias a Dios, finalmente nos hemos librado del palacio de Londres y el dinero que se obtuvo fue al Óbolo de San Pedro”. También ha acudido al recate del Hospital de San Juan de Dios en la isla Tiberina de Roma. “Los errores, creo, nunca podrán evitarse del todo mientras esté siempre de por medio el trabajo humano. Pero las reformas que se están poniendo en acto sirven para evitar lo más posible, humanamente hablando, que puedan producirse errores o, peor, acciones que además de dañar el patrimonio de la Iglesia, mellan su credibilidad y su reputación”, sentencia Galantino.