Durante el rezo del ángelus, el Papa reivindicó que la Virgen estableció “un nuevo orden de cosas” al ejemplificar que “el verdadero poder es el servicio”
Francisco se ha solidarizado hoy con aquellos que no tienen posibilidades de disfrutar del verano con un descanso de su trabajo o por las dificultades económicas que atraviesan. A ellos les ha tenido presentes en el marco del rezo del ángelus en la solemnidad de la Asunción de la Virgen, el puente de agosto por excelencia que genera más desplazamientos del verano.
“No olvidemos a quienes no pueden permitirse unas vacaciones”, exhortó el Papa desde el ventanal de los palacios apostólicos, que además llamó a tener presente a quienes “están solos” en estos días, así como a quienes “garantizan servicios indispensables para la comunidad” durante el periplo vacacional. Tampoco olvidó en esta jornada una petición de oración por la paz, “de modo especial, en Ucrania”.
Centrándose en la celebración mariana, reflexionó sobre el magníficat para subrayar que, con la madre de Jesús, se ha “inaugurado un punto de inflexión histórico, ha establecido definitivamente un nuevo orden de cosas”.
Además, apunta cómo la Virgen en ese canto “profetiza que no es el poder, el éxito y el dinero lo que destaca, sino el servicio, la humildad y el amor”. “Mirándola en la gloria comprendemos que el verdadero poder es el servicio y que reinar es amar”, expuso el Papa, subrayando que “este es el camino al Cielo”. “El verdadero poder es el servicio”, repitió en varias ocasiones en el que se ha convertido ya en uno de los lemas de su pontificado.
A los cientos de fieles que escuchaban en la Plaza de San Pedro, les lanzó además varias preguntas a modo de examen de conciencia: “¿Afecta mi vida ese vuelco profético anunciado por María? ¿Creo que amar es reinar y servir es poder? ¿Que la meta de mi vida es el Cielo, el paraíso? ¿O solo me preocupo por las cosas materiales y terrenales?”.
A partir de ahí, animó a los presentes a dejarse contagiar por la esperanza de María, frente al “pesimismo” que nace “al observar los acontecimientos del mundo”. Para el pontífice argentino, “a través de la mansedumbre y la pequeñez” se posible hacer realidad “grandes cosas”.