“No somos los dueños de la vida y por eso nos ponemos a su servicio”, expresó hoy la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia, ante el conocimiento de diferentes proyectos de ley sobre eutanasia presentados en el Congreso Nacional.
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Los miembros del organismo de la Conferencia Episcopal Argentina aseguraron que “el Evangelio nos compromete a no ser indiferentes ante discusiones sobre el inicio y el fin de la vida”.
Retomaron las palabras del papa Francisco quien aludió al tema: “La Eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza”. Por tal motivo, abogaron por el cuidado y el acompañamiento de todos los enfermos, aún de los que tienen cura, para que su vida sea respetada hasta la muerte natural.
“En toda circunstancia se debe poner su valor por encima de todo y es una obligación el cuidado de las personas en todas en sus etapas, especialmente en la vulnerabilidad”, aseveraron los obispos.
Asimismo, valoraron los cuidados paliativos e integrales, que alivian el dolor en la enfermedad, ayudan al que sufre, y da fruto en la persona humana y en su familia. Si bien lo propio de la medicina es curar, señalaron que también es fundamental acompañar la angustia del que sufre, su dolor físico y espiritual, aliviar y humanizar el proceso de la muerte.
Afirmaron que: “Quitar la vida no es una vía para aliviar el sufrimiento“, y que la misión es cuidar la vida y servirla en todo momento, desde el lugar de compromiso y testimonio creyente.
Cultura del descarte
“Estamos frente a una nueva manifestación de la cultura de la muerte y del descarte”, dijeron los obispos. Diariamente, el pueblo reclama por el cuidado de su vida y por las necesidades importantes (salud, el trabajo, el techo y la tierra). Creen que la sociedad, aunque no puede eliminar el sufrimiento, puede comprometerse con la vida de los que sufren. Destacaron, además, la historia del pueblo argentino que es solidario y desarrolló múltiples alternativas para acompañar los dolores físicos y espirituales, como los hospices y cottolengos.
Los obispos de la Comisión reafirmaron su compromiso con la vida, con aquel lema que acompañó la campaña en contra del aborto en el 2018: “Vale Toda Vida”. Recordaron, especialmente, al personal de salud que acompañó los dolores y sufrimientos de tantos hombres y mujeres enfermos y moribundos, y lloró ante la pérdida de una vida para la cual se prodigaron infatigablemente.
Finalmente, pidieron a Dios que en la Argentina no se de lugar a estas leyes que excluyen de la mesa de la vida a los que más sufren, por respeto a la vida que viene de Dios y de la que no somos dueños, por consideración a tantos que se comprometieron con la vida, y por respeto a los que no están y murieron en estos años.