La comunidad parroquial de San Jacinto siente la desaparición del árbol pero espera evitar “nuevas desgracias personales como las ya ocasionadas, o incluso peores”
“Nadie deseaba llegar a esta situación” decía este martes, 16 de agosto, en sus redes sociales el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz. La situación es la tala de un ficus centenario que ha crecido delante de la parroquia trianera de San Jacinto, a la puerta de la comunidad de dominicos. “La seguridad es prioritaria” señalaba el regidor al pedir “respeto por su decisión técnica sobre el ficus de San Jacinto dado el gran riesgo para los viandantes y la estructura del edificio” y es que, destacaba, que el árbol estaba en “un tramo de San Jacinto con mucha afluencia de peatones y es zona de paso tanto para el colegio, con cientos de niños, como para la iglesia a la que entran muchas personas todos los días”.
Finalmente, la tala del ficus se ha retomado este miércoles tras la actuación del equipo de bomberos que pasado el mediodía bajó del árbol a tres jóvenes miembros de la plataforma ‘En defensa del ficus de San Jacinto’ que se subieron a primera hora de la mañana para protestar por la tala.
Y es que el consejo parroquial ha tomado la decisión de la tala debido a la situación de inseguridad que se genera con el árbol. El párroco Javier Rodríguez y el consejo parroquial han explicado en un comunicado que la decisión también fue refrendada por la junta de distrito del barrio de Triana “con 18 votos a favor y la única abstención de Podemos” sin la participación de la parroquia.
“Nadie más que los miembros de esta comunidad parroquial sentirán la desaparición de este árbol que nos ha acompañado gran parte de nuestra existencia”, señalan en el texto. Analizando la situación señalan que el error fue plantarlo en ese lugar “lógicamente ignorando que este espécimen tendría la evolución que hoy conocemos y que a todas luces se ha convertido en un cáncer (que igualmente es una entidad viva) que crece de forma desmesurada en el lugar menos adecuado, aunque algunos sigan pensando que es como un bonsái que podemos manejar a nuestro antojo con el cuidado necesario”, tanto es así que el tema lleva en estudio varios años. Y es que el ficus implica un “sobrecoste económico que supone el mantenimiento de este ejemplar y que obligatoriamente se ha de detraer del mismo fondo que se ha de dedicar a lo que es el sentido de nuestra labor social”.
“Nadie, ni técnicos ni profanos sensibles y amantes de la naturaleza, pueden asegurar, con un grado de seguridad suficientemente asumible, que a pesar de mantener los cuidados necesarios este árbol no vaya a seguir creciendo en profundidad por su enraizamiento (y provocando daños estructurales a la iglesia, al muro de contención, e incluso a la calle y bloques colindantes) y que pueda seguir desprendiendo ramas de forma arbitraria (como ha sucedido con otros ejemplares similares, teóricamente bien cuidados) que puedan ocasionar nuevas desgracias personales como las ya ocasionadas, o incluso peores”, advierten.
Según recoge el Diario de Sevilla, el pasado viernes, el párroco repartió una octavilla con un texto sobre el árbol, escrito por José María Fedriani, en el que se relata que el árbol “sabe que hay que saber retirarse cuando se deja de ser útil, para dejar paso a otras vidas nuevas”. Parece que la siembra de un olivo tratará de poner ahora paz en esta cuestión.