La Iglesia argentina presentó el resultado final de la etapa de escucha en el marco del proceso sinodal que culminará con el Sínodo de Sinodalidad del año próximo, convocado por el papa Francisco, y que trabajará sobre estos aportes presentados por las distintas Conferencias Episcopales.
- PODCAST: Obstáculos a la sinodalidad
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Vida Nueva conversó con uno de los miembros de la comisión de animación del proceso sinodal de la Conferencia Episcopal Argentina, Ángel José Macín, obispo de Reconquista, para conocer las impresiones y expectativas frente a este “caminar juntos” que proponen desde las diócesis del país.
PREGUNTA.- ¿Qué puntos le llamaron la atención del resultado de este proceso de escucha?
RESPUESTA.- Sin dudarlo, aquello que más me llamó la atención en este proceso fue el redescubrimiento de esta actitud antropológica y teológica fundamental: la escucha. La escucha es una experiencia fundante en las relaciones. A nivel teológico y pastoral, es la acción primera, que orienta cualquier proyecto. En estos meses de camino sinodal, la valoración de la escucha se percibe en las comunidades, en los delegados diocesanos, en los peritos que trabajaron en la síntesis, en mis hermanos obispos…
Junto a la escucha, es asombroso el desarrollo de la cuestión del discernimiento. Todos somos conscientes que, a nivel comunitario, tenemos que aprender mucho en este punto. El discernimiento es escuchar lo que Dios quiere decirnos, a través de los demás y de los signos de los tiempos. Es mucho más que consenso.
No quisiera dejar de subrayar el entusiasmo que, poco a poco, se fue suscitando en diferentes sectores del Pueblo de Dios con el camino sinodal.
La apertura a todos
P.- ¿Qué cambios piden las comunidades para lograr una conversión pastoral?
R.- En continuidad con lo expuesto en la respuesta anterior, los distintos sectores reconocen y piden la necesidad de apertura a todos, dentro y fuera de la Iglesia, por decirlo de algún modo. Una apertura que se debe vivir sin excepciones, y que nos lleve a tender puentes para encontrarnos y dialogar.
Otro aspecto que salió con mucha fuerza es la urgencia de un acercamiento y una mayor interacción entre ministros ordenados y laicos. Esto, que es bastante claro en la teoría, cuesta mucho en la práctica. Para expresarlo con el lenguaje sinodal, el clericalismo parece ser uno de los grandes obstáculos para una conversión pastoral auténtica. Será muy importante discernir este tema. Es preciso reconocer las raíces más hondas de este flagelo, que va a contramano del espíritu de comunión misionera.
P.- Después de estas experiencias diocesanas, ¿cuáles cree que son los pilares con los que cuenta la Iglesia argentina para seguir con el camino sinodal?
R.- Entiendo que la experiencia sinodal, aunque al principio genera temores y resistencias, con sus momentos de escucha, de discernimiento, de decisión audaz y valiente, se constituye en un pilar fundamental para la Iglesia en Argentina. Dicho de otra manera, en mi mirada hay muchas diócesis que le fueron tomando el “gusto” al camino sinodal, sobre todo el laicado, y como señala Víctor Codina en una entrevista, el protagonismo de las mujeres es la gran novedad de este proceso. Este es un pilar fundamental para valorar mucho.
Otro pilar es la interconexión que se ha logrado entre los delegados de las diferentes diócesis. Pienso que este fue un espacio generado por el Espíritu. Por eso, no lo debiéramos descuidar. Ayuda mucho el ánimo reciproco que los delegados se transmiten entre sí. Este vínculo excede las reuniones. Me consta que delegados de las regiones siguen en contacto, compartiendo aciertos y dudas.
Tema áspero: el clericalismo
P.- ¿Cuáles cree que son los temas más difíciles para ser abordados y a cuáles cree que habrá que prestar más atención pastoral?
R.- No es una pregunta de respuesta fácil. Como creo haberlo adelantado, uno de los puntos más ásperos parece ser el clericalismo, que salió en la gran mayoría de las diócesis, y por lo expresado en algunos encuentros continentales, también en otros países e incluso en otros continentes. Una perito, la Dra. Carolina Bacher Martínez, hacia el final del proceso de síntesis, me manifestaba su preocupación por el asunto, señalando que “solo el cincuenta por ciento de las diócesis convocó a los presbíteros en particular. Eso se percibe porque sus temáticas específicas no entran en la reflexión de los informes”; y agregaba: “No refiero a su opinión sobre la pastoral, sino como se perciben ellos mismos, sus tristezas y esperanzas. En este marco, reciben la reflexión sobre el clericalismo…de todos lados… Parece haber una resistencia de este grupo al proceso sinodal. Por lo tanto, de cómo se diagnostique esta situación, serán atinados los pasos a dar”. Me parece una advertencia clave y llena de sabiduría.
Otro tema difícil a abordar, pero urgente, es la escucha, la cercanía y el acompañamiento a situaciones diferentes. El proceso sinodal no podría alcanzar la hondura que necesita si no asume con decisión salir al encuentro de hermanas y hermanos cuya condición es diferente y se sienten excluidos.
A propósito de la participación importante de las mujeres, estimo que la discusión sobre una mayor presencia de las mujeres en los espacios de decisión nos va a reclamar mucha oración y diálogo.
P.- ¿Cómo visualiza el camino de la Iglesia local después del Sínodo de la Sinodalidad impulsada por el papa Francisco?
R.- La convocatoria a este sínodo sobre la Sinodalidad es una convocatoria acertada y oportuna del Papa Francisco, en esta coyuntura histórica. Algunas Iglesias Particulares ya están viviendo procesos sinodales. Pero la clave para todas las diócesis del país, y la Iglesia en general, es continuar en las bases el proceso sinodal. Sin este arraigo del espíritu sinodal en las Iglesias locales, el Sínodo corre el riesgo de ser un evento más. Por lo tanto, todos tenemos que convencernos que tenemos que ir por “más sinodalidad” en nuestras pequeñas comunidades, capillas, parroquias. Es la única forma que el Espíritu pueda “hacer nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,5).