El pontífice publica un mensaje con motivo de los 50 años del motu proprio ‘Ministeria quaedam’ de Pablo VI en el que se restauraban el lectorado y el acolitado
El papa Francisco ha querido celebrar con un mensaje el 50 aniversario de la publicación del motu proprio “Ministeria quaedam” de Pablo VI, con el que se recuperaron los ministerios del acolitado y lectorado tras la senda del Vaticano II abriéndolos a los laicos. El pontífice se ha felicitado del camino recorrido y ha invitado a que siga sin forzarlo con opciones “fruto de visiones ideológicas”.
Tras estas cinco década, el Papa quiere iniciar un diálogo con las conferencias episcopales de todo el mundo “para poder compartir la riqueza de las experiencias ministeriales que en estos cincuenta años la Iglesia ha vivido tanto como ministerios instituidos (lectores, acólitos y, sólo recientemente, catequistas) como ministerios extraordinarios y de hecho”. Francisco pide “saber escuchar la voz del Espíritu y no detener el proceso, cuidando de no querer forzarlo imponiendo opciones fruto de visiones ideológicas” una vez que ha incorporado el ministerio de los catequistas y ha abierto a las mujeres todos los ministerios. Para el pontífice “es útil compartir, más aún en el clima del camino sinodal, las experiencias de estos años. Pueden ofrecer preciosas indicaciones para llegar a una visión armoniosa de la cuestión de los ministerios bautismales y así continuar nuestro camino”.
El documento de Pablo VI, destaca el mensaje, “ofreció a la Iglesia una perspectiva importante que tuvo la fuerza de inspirar desarrollos posteriores”, como ha quedado demostrado en el Sínodo sobre la Amazonia y con dos Cartas Apostólicas de Francisco: Spiritus Domini (10 de enero de 2021) que abrió el acceso de las mujeres al ministerio instituido del Lector y Acólito y Antiquum ministerium (10 de mayo de 2021) con la que instituyó el ministerio de catequista. Para el pontífice “estas dos intervenciones no deben interpretarse como una superación de la doctrina anterior, sino como un desarrollo ulterior que ha sido posible porque se basa en los mismos principios –coherentes con la reflexión del Concilio Vaticano II– que habían inspirado a Pablo VI”.
Francisco insiste en que este tema “tiene una importancia fundamental para la vida de la Iglesia: de hecho, no hay ninguna comunidad cristiana que no exprese ministerios”, ya que todo ministerio es “una llamada de Dios para el bien de la comunidad”. Por ello, esta debe organizar “la variedad de ministerios que el Espíritu suscita en relación con la situación concreta que vive”, algo, insiste el Papa, que “no es un hecho meramente funcional, sino que es, más bien, un atento discernimiento comunitario, a la escucha de lo que el Espíritu sugiere a la Iglesia, en un lugar concreto y en el momento presente de su vida”. “Toda estructura ministerial que nace de este discernimiento es dinámica, viva, flexible como la acción del Espíritu: debe enraizarse en él cada vez más profundamente para no correr el riesgo de que el dinamismo se convierta en confusión, la viveza se reduzca a improvisación extemporánea, la flexibilidad se transforme en adaptaciones arbitrarias e ideológicas“, advierte.
“La eclesiología de comunión, la sacramentalidad de la Iglesia, la complementariedad del sacerdocio común y del sacerdocio ministerial, la visibilidad litúrgica de cada ministerio son los principios doctrinales que, animados por la acción del Espíritu, hacen armoniosa la variedad de ministerios”, recalca Bergoglio. Por eso, al potenciar los ministerios laicales, insiste, hay varios aspectos que “deben ser ciertamente considerados: la terminología utilizada para indicar los ministerios, su fundamento doctrinal, los aspectos jurídicos, las distinciones y las relaciones entre cada uno de los ministerios, su valor vocacional, los itinerarios de formación, el acontecimiento instituyente que habilita el ejercicio de un ministerio, la dimensión litúrgica de cada ministerio”. “Ciertamente hay que seguir profundizando”, reclama Francisco, pero sin “pretender definirlos y resolverlos para luego poder vivir la ministerialidad”, porque actuando así “lo más probable es que no podamos ir muy lejos”. Por eso, “en lugar de obsesionarse con los resultados inmediatos en la resolución de todas las tensiones y la clarificación de todos los aspectos, corriendo así el riesgo de cristalizar los procesos y, a veces, pretender detenerlos, hay que acompañar la acción del Espíritu del Señor“.