En la fiesta de san Alberto Hurtado, la Conferencia Episcopal de Chile envió a la Secretaría General del Sínodo la síntesis del proceso vivido, con activa participación de comunidades en cada diócesis, para aportar en el camino sinodal convocado por el papa Francisco. Se complementa con 27 informes diocesanos.
En 13 páginas, el informe consta de tres partes: una introducción, “La experiencia sinodal. Pueblo de Dios, camino de esperanza”; “Materias que suscitaron mayor consenso. Una Iglesia sinodal, profética y esperanzadora que pone a Jesús en el centro”; y “Conclusiones: próximos pasos”.
En la introducción, el informe explica que su elaboración ha permitido recuperar entusiasmo y esperanza en muchos participantes. “Ha sido un tiempo de diálogo y discernimiento, de trabajo organizado en diversos espacios y estamentos de Iglesia, en vistas a fomentar la participación y sumar a la mayor cantidad de comunidades con sus aportes”, explica el texto.
Luego agrega que ha coincidido con un período especial: “a las dificultades provocadas por la pandemia, se ha sumado la crisis social y política que vivimos como país, especialmente desde octubre de 2019. También hemos seguido afectados en la Iglesia por la crisis de los abusos, constatando en este mismo camino sinodal las graves consecuencias de toda esta situación en la vida de los católicos y sus comunidades. Sin embargo, el reencuentro comunitario que ha posibilitado la menor gravedad de la pandemia, junto a la misma experiencia sinodal, nos ha ayudado a reconocernos Pueblo de Dios, que realiza su vocación caminando juntos” relata el informe.
Reconoce también que hubo resistencias, falta de participación y comunidades que no se incorporaron. “Ello, en parte, pudo ser por la novedad del desafío planteado, pues muchas comunidades no están acostumbradas a esta forma de vivir la Iglesia. También, se ha debido a que algunos dirigentes y pastores no asumieron el papel animador y conductor que les correspondía”, explica.
Finalmente, la introducción recuerda la tradición en muchas diócesis de sínodos y asambleas, además las asambleas eclesiales nacionales realizadas en 2007 y 2013. ‘En sintonía con esa historia es que, en el contexto de la crisis eclesial vivida en los últimos años, los obispos decidieron iniciar un tiempo de discernimiento con amplias consultas al Pueblo de Dios, lo que se vio enriquecido por la Asamblea Latinoamericana y luego el Sínodo sobre la sinodalidad, lo que se vivió en continuidad como ‘un único y gran proceso’, con énfasis en dos ámbitos: estructuras más sinodales y relaciones más evangélicas”.
En su parte sustantiva el informe da cuenta de los temas que tuvieron acuerdo sobre el 90% en las iglesias locales. Principio fundamental y exigencia ineludible es recuperar la centralidad de Jesucristo en la vida de cada uno y de la comunidad eclesial en su conjunto. Luego, los temas fueron agrupados en tres dimensiones de la iglesia: sinodal, profética y esperanzadora.
La dimensión “Iglesia Sinodal” incluye: comprensión de la Iglesia como Pueblo de Dios, relaciones más evangélicas, ministerialidad desde la Iglesia Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, situación y cuidado del Clero, gestión pastoral con procedimientos más sinodales, participación de la mujer en espacios de toma de decisiones, participación de los jóvenes, además del buen trato y la superación de toda forma de abuso.
En tanto, el ámbito “Iglesia Profética” aborda el discernimiento de los signos de los tiempos y allí se incluye: dimensión profética de la fe, evangelización de la cultura, Iglesia al servicio de la paz, la justicia social y el cuidado de la casa común.
La perspectiva misionera y samaritana se recoge en la dimensión “Iglesia esperanzadora”: alegría misionera, necesidad de renovar los procesos de formación en la fe, la catequesis en todos los niveles, familia y educación (transmisión de la fe), la piedad popular, Iglesia acogedora e inclusiva, marginados y excluidos: empatía con el mundo del dolor; Iglesia y personas con orientaciones sexuales diferentes.
En sus conclusiones se aborda la necesidad, más inmediata, de avanzar en: Iglesia en conversión; compromiso con la verdad, transparencia, justicia y reparación; una verdadera cultura sinodal; acompañamiento del clero; mayor inclusión de la mujer; así como la participación de los jóvenes.
Esta síntesis es firmada por la Conferencia Episcopal de Chile y en sus párrafos finales afirman un compromiso: “Concluimos este Informe reconociendo que nos encontramos ante una oportunidad histórica, un regalo del Espíritu, para poder asumir con humildad y decisión el camino de la conversión pastoral, al servicio de la misión que el Señor nos ha confiado”.
Y concluyen diciendo que “La sinodalidad no es solo una estrategia o un recurso, sino el camino que la Iglesia debe vivir como Pueblo de Dios, para renovarse bajo la acción del Espíritu Santo. La posibilidad de repensar juntos, en un ejercicio de diálogo y discernimiento compartidos, el servicio que debemos desarrollar, los cambios que necesitamos realizar y la acción de Dios que tenemos que acoger y hacer crecer, es un verdadero regalo del Señor. A Él pedimos el don de la fidelidad y la perseverancia, para responder como pastores a los llamados y esperanzas que nuestros hermanos en la fe han manifestado en este proceso sinodal”.