El cardenal Omella reconoce que la insólita reunión servirá “para conocernos mejor” entre los cerca de 200 purpurados que participan y considera una “cosa de periodistas” que se interprete como un precónclave
A las 9:30 horas de este lunes comenzó la insólita cumbre convocada por el Papa Francisco en el Vaticano para analizar la reforma de la Curia romana tras la entrada en vigor, a principios del pasado mes de junio, de la Constitución Apostólica ‘Praedicate Evangelium’. Cerca de 200 cardenales llegados de todo el mundo, junto a patriarcas de las Iglesias orientales y superiores de la Secretaría de Estado, forman parte de estas reuniones que se prolongarán hasta el martes y que se desarrollan con un formato similar al de los Sínodos.
Tras una relación inicial sobre la reorganización de la Santa Sede, los participantes se reúnen en diversos grupos lingüísticos y luego pondrán en común sus conclusiones. Los trabajos concluyen en la tarde del martes con una misa presidida por Jorge Mario Bergoglio en la basílica de San Pedro del Vaticano.
La cumbre de cardenales se celebra en un momento de fuertes especulaciones sobre una hipotética voluntad del Papa de renunciar al pontificado, algo que él mismo ha dejado claro que “por el momento” no tiene intención de hacer. Estos rumores se han visto impulsados por la celebración del consistorio el pasado sábado, ya que resulta inusual que estas ceremonias tengan lugar en agosto, y por el viaje que el Pontífice realizó ayer a la ciudad de L’Aquila, situada en el centro de Italia y donde rezó ante la tumba de Celestino V, el Papa que pasó a la historia por renunciar al solio pontificio en el año 1.294 solo cinco meses después de su elección.
También ha contribuido a desatar las especulaciones la reunión de purpurados de estos días, una cita muy poco habitual y que va a propiciar que los miembros del Colegio Cardenalicio se conozcan mejor, de manera que estén más preparados de cara al momento en que les toque elegir a un nuevo obispo de Roma. Preguntado por los periodistas acerca de si este encuentro era una suerte de “precónclave”, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, consideró que esa interpretación era “cosa de periodistas”, aunque sí que reconoció que se trataba de una oportunidad “para conocernos mejor” entre los purpurados.
“Podremos intercambiar y hablar. Tendremos trabajo por grupos lingüísticos y luego los pondremos en común, porque incluso entre los de la misma lengua no nos conocemos todos. Lo mismo ocurre con los francófonos y anglófonos. Eso es muy bonito. El conocer es amar. Y amar es conocer”, dijo Omella antes de participar en una recepción en la embajada de España ante la Santa Sede en honor del nuevo cardenal Fernando Vérgez.
Estos dos días de reuniones entre los miembros del Colegio Cardenalicio son para el presidente del episcopado español una oportunidad para “estrechar lazos entre Iglesias que son lejanas, pero que nos necesitamos para aportar reflexión y ayuda económica y de personal. Siempre ha sido así en la Iglesia con el trabajo misionero. Es una oportunidad de crecer en la comunión y sinodalidad”.
Ante los rumores que circulan en algunos círculos eclesiásticos sobre la eventual intención del Papa de plantear durante la cumbre con cardenales una eventual reforma de las reglas del cónclave, Omella explicó primero que “no sabía nada” del asunto, aunque reconoció luego que “todo es posible”, ya que en las reuniones “no hay límite de nada” y “si alguien cree que tiene que proponer algo, de una parte o de otra, lo propondrá”.