En la misa con la que concluye la cumbre de purpurados celebrada durante dos días en el Vaticano, Francisco invita a no caer en la “tentación” de pensar que la Iglesia hoy “es grande y sólida”
Los cardenales no deben caer en la “tentación” de pensar que la Iglesia hoy “es grande y sólida” ni que ellos, por su cargo, estén colocados “en los grados eminentes de su jerarquía”. En la homilía de la misa que presidió este martes en la basílica de San Pedro del Vaticano con los 20 nuevos purpurados que creó en el consistorio celebrado el pasado sábado, entre ellos el español Fernando Vérgez, el papa Francisco instó a emular el “estupor” de los primeros discípulos de Jesucristo y a no creer que la situación actual de la Iglesia católica sea “distinta a la de aquellos comienzos”.
La celebración eucarística de este martes fue el broche de la cumbre convocada por Jorge Mario Bergoglio para analizar la reforma de la Curia romana tras la entrada en vigor, el pasado mes de junio, de la constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’. Cerca de 200 purpurados, de un total de 226 miembros del Colegio Cardenalicio, participaron en estos dos días de reuniones en las que también se habló de las mejoras en la gestión de las finanzas vaticanas y del Jubileo de 2025, cuyo lema es “peregrinos de la esperanza”.
A todos los purpurados Bergoglio les recordó que, aunque les llamen “eminencias” y haya “algo de cierto” en ello, también existe en esa expresión “mucho de engaño”, pues el diablo siempre intenta “mundanizar a los seguidores de Cristo y hacerlos inocuos”. Llamó por ello la atención sobre “la tentación de la mundanidad espiritual, que paso a paso te quita fuerzas y esperanzas”, convirtiéndose así en un “cáncer”, una “carcoma”.
Tras destacar el asombro que supone “la insondable decisión divina de evangelizar el mundo” a partir de un “insignificante grupo de discípulos”, el Papa invitó a los cerca de 4.500 fieles presentes en la basílica vaticana a seguir ellos igualmente ese “estupor de ser Iglesia”. “Tal estupor no disminuye en nosotros con el pasar de los años, no decae con el aumento de nuestras responsabilidades en la Iglesia”, dijo Francisco, destacando que lo que ocurre en cambio es que “se refuerza, se profundiza”. “Estoy seguro de que es así también para ustedes, queridos hermanos, que han entrado a formar parte del Colegio de los Cardenales”, dijo.
En la parte final de su homilía, Bergoglio ofreció a los purpurados un recordatorio de lo que supone ser un ministro de la Iglesia: es alguien “que sabe maravillarse ante el designio de Dios y con este espíritu ama apasionadamente a la Iglesia, pronto para servir en su misión donde y como quiera el Espíritu Santo”.