“Pido a todas las personas de buena voluntad que se movilicen para lograr la abolición de la pena de muerte en todo el mundo”. Esta es la petición que se recoge en el Vídeo del Papa de septiembre, en el que Francisco reza para que se ponga fin a la pena capital.
- PODCAST: Nicaragua y ¿el silencio cómplice del Vaticano?
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Para el Pontífice, “el mandamiento ‘no matarás’ se refiere tanto al inocente como al culpable”. Por eso, invita a rezar para que “la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo”.
Jorge Mario Bergoglio comienza el vídeo que recoge su intención de oración de septiembre con esperanza, pues “cada día crece más en todo el mundo el no a la pena de muerte”. Y, “para la Iglesia, esto es un signo de esperanza”.
Asimismo, el Papa señala que, “desde un punto de vista jurídico, la pena de muerte no es necesaria”, puesto que “la sociedad puede reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse”. Y es que, “siempre, en toda condena, debe haber una ventana de esperanza”.
Según indica Francisco, “la pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. Y evita toda posibilidad de deshacer un posible error judicial”. Por otro lado, “moralmente la pena de muerte es inadecuada, destruye el don más importante que hemos recibido: la vida”. Y agrega: “No olvidemos que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar. Y, a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible”.
Texto íntegro
“Cada día crece más en todo el mundo el no a la pena de muerte. Para la Iglesia esto es un signo de esperanza. Desde un punto de vista jurídico, la pena de muerte no es necesaria. La sociedad puede reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse. Siempre, en toda condena, debe haber una ventana de esperanza.
La pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. Y evita toda posibilidad de deshacer un posible error judicial. Por otro lado, moralmente la pena de muerte es inadecuada, destruye el don más importante que hemos recibido: la vida. No olvidemos que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar. Y a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible.
El mandamiento ‘no matarás’ se refiere tanto al inocente como al culpable. Por eso, pido a todas las personas de buena voluntad que se movilicen para lograr la abolición de la pena de muerte en todo el mundo. Recemos para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo”.