Ciertos críticos de Francisco le achacan el supuesto desdén de no nombrar cardenales a titulares de sedes italianas cuyos pastores, históricamente, siempre han sido reconocidos con el capelo. Una de esas diócesis es Milán, a cuyo frente está Mario Delpini. Sin embargo, él no parece preocupado. O al menos se lo toma con humor.
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Así lo demostró el pasado miércoles 31 de agosto en Como, donde se desplazó para festejar en su basílica la festividad de san Abundio y en cuya homilía, recogida por la agencia Ansa, hizo alusión en tono de sorna a que el propio obispo de Como, Oscar Cantoni, del que él es superior al estar dentro de su territorio metropolitano, sí ha sido reconocido recientemente con la birreta púrpura.
Tarea para el obispo de Como
Así, Delpini, quien destacó en primer lugar que “en esta elección me parece que se revela claramente la sabiduría del Santo Padre”, enumeró las “tres razones” que, a su juicio, explican la decisión de Bergoglio. La primera “es que el Papa debió pensar que el arzobispo de Milán está demasiado ocupado, está sobrecargado de trabajo. Y por eso dijo: ‘El obispo de Como también debe trabajar un poco’”.
La segunda razón apuntó a las rivalidades marcadas por la propia geografía italiana: “Probablemente, el Papa pensó: esos ‘bauscias’ de Milán ni siquiera saben dónde está Roma, así que es mejor no involucrarlos demasiado en el gobierno de la Iglesia universal”.
Pasión futbolera
Y la última causa, ya llena de humor, incidió en la afición futbolera de Francisco: “Si mal no recuerdo, el Papa es hincha de River [en realidad es de San Lorenzo de Almagro], que nunca ha ganado nada, y quizás pensó que los de Como podían estar un poco en sintonía porque sabemos que el Scudetto está en Milán”. Y es que el Milán es el actual campeón de Liga, tras muchos años de dominio del Calcio por la Juve y el Inter, el otro equipo de la ciudad que pastorea.
Para rematar su divertido ejercicio de discernimiento ante los fieles de Como, Delpini arguyó una última causa: “Quizás recuerden aquella altísima expresión de la sabiduría antigua que decía que hay tres cosas que ni el Padre Eterno sabe. Una de ellas es lo que piensan los jesuitas”.