Los obispos del Perú han plantado cara a las pretensiones del gobierno de Pedro Castillo de imponer, vía decreto, el 30 de agosto como Día nacional de las personas desaparecidas durante el periodo de violencia 1980-2000.
Esta decisión no ha caído bien entre los prelados, porque coincide con la fiesta de Santa Rosa de Lima, primera Santa de América y Embajadora Espiritual del Perú en el Mundo.
Por ello, han pedido a Castillo “mantener incólume la festividad de Santa Rosa de Lima el 30 de agosto”, puesto que “las organizaciones de derechos humanos y de las víctimas de la violencia política han conmemorado todos los años el 28 de agosto” como día nacional de personas desaparecidas en ese periodo.
Además los obispos han recordado “el espíritu de mutuo respeto y colaboración entre la Iglesia Católica y el Estado Peruano es reconocido y valorado por la Constitución Política del Perú”.
“Su nombre y su devoción ha trascendido internacionalmente. Su día ha sido siempre un momento de fe para todo el pueblo creyente. Además, la Santa es patrona de varias instituciones peruanas, entre ellas la Policía Nacional del Perú”, han acotado.
Señalaron también que “la celebración de Santa Rosa de Lima, canonizada por el Papa Clemente X en 1671 y declarada patrona del Nuevo Mundo, es un hecho y una celebración anterior aún al nacimiento de la República y la Nación Peruana”.
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