Francisco en el ángelus: “Que María nos ayude a seguir el ejemplo y la santidad de vida de Juan Pablo I”

04/09/2022 | Rubén Cruz

Jorge Mario Bergoglio ha pedido a la Virgen, tras beatificar al Papa Luciani, que “nos dé el don de la paz en todo el mundo, especialmente en la atormentada Ucrania”

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“Nos dirigimos en oración a la Virgen María, para que nos dé el don de la paz en todo el mundo, especialmente en la atormentada Ucrania. Que Ella, la primera y perfecta discípula del Señor, nos ayude a seguir el ejemplo y la santidad de vida de Juan Pablo I”. De esta manera se ha expresado el papa Francisco antes de rezar el ángelus desde la plaza de San Pedro tras concluir la ceremonia de beatificación de Albino Luciani (1912-1978).

El Pontífice ha agradecido a todos los presentes por su participación, pese a la intensa lluvia que ha empapado Roma hoy. “Estoy agradecido a los cardenales, obispos y sacerdotes de varios países, saludo a las delegaciones oficiales reunidas aquí para rendir homenaje al nuevo beato. Mis pensamientos respetuosos se dirigen al presidente de la República Italiana –Sergio Matarella– y al primer ministro del Principado de Mónaco –Pierre Dartout–”, ha señalado.

Asimismo, también ha saludado a todos los peregrinos, “especialmente a los fieles de Venecia, Belluno y Vittorio Veneto, lugares vinculados a la experiencia humana, sacerdotal y episcopal del beato Albino Luciani”.

El quinto Papa del siglo XX que llega a los altares

Jorge Mario Bergoglio ha beatificado al quinto Papa del siglo XX que llega a los altares, cuya festividad litúrgica será el 26 de agosto. De él ha destacado que “vivió con la alegría del Evangelio, amando hasta el extremo. Él encarnó la pobreza del discípulo, que no implica solo desprenderse de los bienes materiales, sino, sobre todo, vencer la tentación de poner el propio ‘yo’ en el centro. Por el contrario, siguiendo el ejemplo de Jesús, fue un pastor apacible y humilde”.

Para Francisco, “el Papa Luciani, con su sonrisa, logró transmitir la bondad del Señor”. “Es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, sereno y sonriente, que nunca cierra las puertas, que no endurece los corazones, que no se queja ni alberga resentimientos, que no está enfadada ni es impaciente, que no se presenta de modo áspero ni sufre por la nostalgia del pasado”, ha completado durante su homilía.