El co-coordinador del movimiento focolar ‘Economía de Comunión’ y miembro de ‘La Economía de Francisco’ habla sobre el evento que se celebrará con la presencia del Papa en Asís este mes
Isaías Hernando Chicote (Quintanar de la Sierra, Burgos, 1960) es el co-coordinador de Economía de Comunión junto a la francesa Anouk Grevin, una realidad nacida en el corazón del movimiento de los Focolares, y que fue fundada por Chiara Lubich hace unos treinta años para proponer un cambio desde las empresas para lograr una economía con alma, más humana.
Hernando y Grevin sustituyen al anterior coordinador de ‘Economía de Comunión’, Luigino Bruni, que ahora se dedica más a generar pensamiento y a asesorar como director científico la nueva comunidad global ‘La Economía de Francisco’ (The Economy of Francesco) cuyo evento presencial (#EoF2022) será del próximo 22 al 24 de septiembre en Asís con presencia del papa Francisco.
Hernando también estará en Asís, porque, aunque él es mayor de 35 años forma parte de esta nueva comunidad global que es ‘La Economía de Francisco’ y para esto no hay edad límite. De hecho, él ha sido hasta el año pasado coordinador de la Aldea ‘Empresas en Transición’ junto a Giacomo Ciambotti, un joven investigador italiano, y sigue muy atento todos los documentos, proyectos e iniciativas que surgen.
PREGUNTA.- ¿Qué significa eso de ser co-coordinador de ‘Economía de Comunión’?
RESPUESTA.- Luigino Bruni sigue siendo la figura más visible de ‘Economía de Comunión’, pero hace unos meses dejó propiamente las labores de coordinación para dedicarse más a ‘La Economía de Francisco’ y a la elaboración de pensamiento, así como a la docencia y a la difusión de una nueva cultura económica. Y le hemos sustituido dos personas, tratando de representar un poco estas dos almas que tiene la ‘Economía de Comunión’.
Por una parte está el alma empresarial, más práctica, más de proyectos concretos, más del día a día. Y al mismo tiempo también la parte más cultural, más académica, de desarrollo de pensamiento, con la erradicación de la pobreza como objetivo común. Entonces estamos Anouk Grevin, profesora francesa de la Universidad de Nantes y yo, con una comisión internacional formada por nueve personas de distintas edades y continentes.
P.- ¿Qué diferencia ‘La Economía de Francisco’ y ‘Economía de Comunión’?
R.- ‘Economía de Comunión’ es un movimiento de personas que trabajan por una economía distinta siguiendo la propuesta que lanzó Chiara Lubich, que fue quien fundó este movimiento hace 31 años tratando de llevar la idea y la práctica de la comunión al mundo de la economía, donde estaba prácticamente ausente. La comunión, en nuestra opinión, es una dimensión humana fundamental.
Todos sabemos lo importante que es en la familia o en las organizaciones del tercer sector, y sin embargo estaba ausente de la economía “que cuenta”. La economía se basaba fundamentalmente en el interés individual, en la búsqueda de beneficio individual, y con aquella idea de Adam Smith de “la mano invisible” se pensaba que indirectamente se iban a resolver también los problemas sociales, pero luego la historia nos ha demostrado que no es así.
Con el paso de los años, ‘Economía de Comunión’ ha ido ganando complejidad, en el sentido de que cuenta con múltiples expresiones: empresas, asociaciones, proyectos de lucha contra la pobreza desde la comunión, proyectos de formación para jóvenes, iniciativas de consumo responsable… Hay un poco todo, pero todo de algún modo se reconduce al carisma de Chiara Lubich y a la propuesta que lanzó en Brasil en 1991.
‘La Economía de Francisco’ surge treinta años después, quizá como un fruto en cierto sentido de todo este movimiento, pero no se identifica con ‘Economía de Comunión’. ‘La Economía de Francisco’ nace a propuesta de ‘Economía de Comunión’ y de otras realidades, pero es una idea que el papa Francisco hace suya y lanza esta invitación a los jóvenes para hacerse cargo de la transformación que necesita nuestro mundo.
La iniciativa de ‘La Economía de Francisco’ está específicamente dirigida a los jóvenes menores de 35 años y es mucho más amplia que ‘Economía de Comunión’. Por decisión del Papa, ‘Economía de Comunión’ está en el comité organizador de ‘La Economía de Francisco’ y Luigino Bruni es el director científico del evento, y tal vez eso pueda dar lugar a una cierta confusión. Pero está un poco en la sombra, respondiendo a su carisma típico que es la unidad, para dar espacio a otras personas y a otros movimientos, tratando de crear esta unidad también con personas que no comparten las mismas convicciones.
En resumen, la comunidad global de ‘La Economía de Francisco’ es una realidad distinta de ‘Economía de Comunión’. En ella participan muchos más movimientos y personas que tienen otro tipo de planteamientos de vida y de convicciones o simplemente comparten la invitación del Papa a este ‘Pacto por una economía distinta’. Y ‘Economía de Comunión’ es una cosa más concreta, es una parte de ese movimiento o comunidad global que es ‘La Economía de Francisco’.
P.- ¿Y cuál es el vínculo entre los Focolares y estas dos realidades de ‘Economía de Comunión’ y ‘La Economía de Francisco’?
R.- ‘Economía de Comunión’ es una expresión del Movimiento de los Focolares, pero nace ya desde el principio con una vocación más amplia, más hacia fuera. Chiara Lubich fundó el Movimiento de los Focolares en 1943, en plena II Guerra Mundial. Sin embargo, ‘Economía de Comunión’ no nace hasta 1991.
Hasta ese momento en el movimiento se había vivido una cierta comunión de bienes, es decir quien tenía más lo ponía a disposición de quienes tenía menos, había una circulación de bienes, pero esta no era suficiente para resolver los problemas sociales a más amplio radio. Entonces, cuando Chiara Lubich va a Brasil y visita la ciudad de Sao Paulo, se siente fuertemente interpelada por el contraste que había tan enorme entre las zonas de favelas y las zonas del centro de la ciudad con esos rascacielos enormes y esos estilos de vida completamente diferentes entre unos y otros.
Después de un periodo de reflexión ahí mismo en Brasil, y de comentarlo con algunas personas que estaban cerca, lanza esta idea de crear empresas que actúen con otra lógica. Es decir, ¿por qué no crear empresas que nazcan ya con la vocación de resolver los problemas sociales y de hacer frente a las situaciones de desigualdad? Evidentemente, los primeros que acogen esta propuesta son personas que comparten la misma espiritualidad, pero desde el principio se abre a otras personas que no viven la misma espiritualidad y, sin embargo, sienten que merece la pena acoger esta propuesta y llevarla a la práctica.
La propuesta era aparentemente bastante ‘naif’, era plantearse ¿cuál es el corazón de la empresa?, ¿qué es lo que hace distintas a unas empresas de otras? Fundamentalmente, el destino de los beneficios. Si el destino de los beneficios es exclusivamente la retribución del capital, tienes un tipo de empresa. Chiara Lubich decía que si nosotros ponemos los beneficios de las empresas a disposición de las personas que viven en situación de necesidad, empezamos a transformar tanto las empresas como la desigualdad que existe en todo el mundo.
Algunas personas se lo tomaron muy en serio, empezaron a crear empresas o a transformar alguna de las empresas que ya existían y a compartir los beneficios que se obtenían. El movimiento de ‘Economía de Comunión’ nació de ahí, de la acogida de esta propuesta. Luego, un poco más adelante, viendo que realmente estaba surgiendo una economía distinta, llegó la parte, digamos de “pensamiento”, que es cuando Chiara Lubich encomendó a Luigino Bruni la coordinación de todo el movimiento en 1998.
Ella lo hacía “para dar dignidad científica también a la acción de estos empresarios” que actuaban con una lógica que el mercado no era capaz, en aquellos momentos, de entender. Hoy, evidentemente, el mundo ha cambiado mucho: 30 años después, eso ya no parece una locura como parecía entonces. Hay muchos otros modelos, muchas otras personas que desde otras posiciones y otras perspectivas u otras espiritualidades o sin espiritualidad, están trabajando por lo mismo. Y esta ha sido la contribución que ha hecho ‘Economía de Comunión’ a este pensamiento que empieza a tomar naturaleza y que el Papa ha recogido como suyo y trata de llevarlo adelante y de proponerlo a todos.
P.- Dicen que ‘La Economía de Francisco’ surgió de una conversación entre el Papa y Luigino Bruni…
R.- Sí, sí. En una conversación a propósito del papel de los jóvenes en la transformación de la economía. El Papa inmediatamente hizo suya esta idea, esta propuesta, que al principio consistía en la organización de un evento para hacer un pacto con los jóvenes para “dar un alma a la economía”. Él tenía muy claro que los jóvenes tenían que ser los protagonistas.
Las razones profundas, no las conocemos, pero la sensación es que es muy difícil transformar el mundo con personas que tenemos una cierta edad, que hemos adquirido una determinada cultura. O sea, pretender que la transformación del mundo venga de personas que ya están muy hechas, tanto a nivel de pensamiento como a nivel de acción, es francamente complicado.
Los que tenemos contacto con los jóvenes vemos el entusiasmo, la capacidad también de transformación. Tienen una cultura diversa y se han formado en otros valores distintos, en otra visión de la naturaleza, del mundo mucho más natural, en su globalidad. Todo esto es más propio de las generaciones más recientes. Y de alguna forma la comunión tiene mucho que ver con esto, con entender que el planeta es uno, que todos estamos relacionados unos con otros, que el bienestar de unos depende del bienestar de otros, que la riqueza existe para compartirla, no solamente para que uno se enriquezca y otros pasen muchas necesidades, etc.
Los jóvenes lo tienen claro y el Papa lo ve. Existe también un aspecto de “capacidad de profecía” que incluso tiene raíces en la Biblia: ahí muchas veces los sueños, las vocaciones nacen en edad temprana. ¿Por qué perder esta capacidad de soñar? A veces, a medida que nos vamos haciendo mayores, vamos perdiendo un poco la capacidad de soñar y el entusiasmo. Vamos adquiriendo experiencia, pero en muchos casos también un cierto cinismo. Los jóvenes todavía mantienen muy fresca la vocación y la capacidad de transformación que el Papa está pidiendo y que el mundo necesita. Y todo esto depende mucho de esa capacidad de vocación y de respuesta y entusiasmo de los jóvenes.
Evidentemente, el camino no lo pueden hacer solos, porque a veces falta en ellos quizá un poco de concreción, etc. Pero eso es un proceso y de alguna forma los que no estamos en edad joven podemos apoyar desde fuera, pero el protagonismo es de los jóvenes, porque ellos tienen esta capacidad de profecía y de hacer realidad los sueños.
P.- ¿Si tengo más de 35 años no puedo formar parte de la comunidad?
R.- Una cosa son los eventos globales que se organizan, concretamente este presencial en septiembre para hacer este “pacto entre el Papa y los jóvenes” y otra cosa es la comunidad ‘La Economía de Francisco’, que no es solo de jóvenes. Es decir, en España hay varias realidades locales, ‘hubs’ o como queramos llamarlo donde no hay solo jóvenes, hay personas de todo tipo, empresarios, de todas las edades y de todo tipo, apoyando y contribuyendo a un proceso que además ha surgido, pero es algo que no estaba escrito de antemano. Pasa como con otras cosas, que no responden a un diseño.
Nadie es dueño del desarrollo de este proceso que se ha iniciado. No es dueño de esto ni el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ni siquiera el propio Papa. Dependerá su desarrollo presente y futuro de la capacidad de acogida y de la capacidad de hacer cosas y de transformación de la realidad. Pero esta comunidad, este movimiento de ‘La Economía de Francisco’ es mucho más amplio.
En Brasil empieza a ser fuerte porque tiene ya implicaciones políticas, en Italia menos pero también empieza a tener, en Argentina es fuerte, también tiene ya un cierto desarrollo y, sin embargo, en otras zonas, el desarrollo es mucho más lento. Pero hay que insistir que en la comunidad de ‘La Economía de Francisco’ intervienen todo tipo de personas y todo tipo de edades, aunque los jóvenes y sus propuestas tienen un protagonismo especial.
P.- ¿Qué pensaría Chiara Lubich de la comunidad global de ‘La Economía de Francisco’?
R.- Estaría encantada, porque ella siempre tenía en su corazón la unidad del mundo. Ella sabía que la unidad se construye también de alguna forma “perdiendo”, no siendo el primero, sino poniéndose al servicio, que es un poco lo que trata de hacer ‘Economía de Comunión’ en este ámbito. Hay muchas personas que participan poniendo algunos medios al servicio… mucha gente no sabe que son personas de ‘Economía de Comunión’… pero, esto es muy importante, no acaparan absolutamente nada, sino que, al revés, están al servicio de esta realidad.
P.- Hay quienes no comprenden, o no quieren comprender, y siguen tachando a quienes trabajan en el ámbito social de comunistas. ¿Qué respondería a quienes dedican estas acusaciones?
R.- ‘La Economía de Francisco’ es una comunidad global, no es un movimiento eclesial. Está abierto a cualquier persona que quiera compartir esta invitación del Papa, que es una invitación muy concreta a darle un alma a la economía, a construir una economía distinta, más justa, más humana, al servicio de las personas y del medio ambiente. Cualquiera que esté dispuesto a ello es bienvenido. Además, hoy no hay tantos líderes globales que sean capaces de aglutinar en torno a él o a ella un movimiento de estas características creado por jóvenes y guiado por jóvenes. Y en cuanto a las acusaciones de comunismo, imagínate por ejemplo a nosotros llamándonos ‘Economía de Comunión’ si ya nos confunden con ‘comunismo’, incluso el nombre nos da a veces problemas en algunos países de Europa del Este, donde ha habido una tradición comunista. A mí todo esto no me importa y creo que al Papa tampoco.
P.- ¿Qué le diría a un joven que quiera seguir lo que ocurrirá en Asís y no podrá ir al encuentro de ‘La Economía de Francisco’ en persona?
R.- A quienes nos escuchen, sean mayores o pequeños, que si creen que esta invitación del Papa para hacer una economía distinta poniendo juntas tanto la dimensión social como la dimensión ambiental merece la pena, que se unan a esta iniciativa. ¿Cómo se puede hacer? Pues no necesariamente yendo a encuentros presenciales.
Sin duda, este encuentro tendrá una carga simbólica importante y será posible seguirlo desde cualquier lugar del mundo. Pero, además, están surgiendo un montón de realidades locales. En España hay varios grupos locales, algunos promovidos por jóvenes participantes en el evento y otros por organizaciones o instituciones como la Fundación Arizmendiarrieta, la diócesis de Bilbao, el CEU, un importante grupo de académicos de distintas universidades o la propia EdC española. Y es una invitación para todos. No se requiere compartir ningún tipo de convicción.
El Papa lo dice claramente desde el principio. No es solo para católicos. Es para quien quiera sumarse. De hecho, son muchas las personas que buscan una economía distinta y hacer el camino juntos seguramente merece la pena.