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Asesinada una misionera comboniana que llevaba casi 60 años en Mozambique

  • Los islamistas incendian todas las estructuras diocesanas de Nacala y arrasan con las misiones extranjeras
  • Las dos compañeras de la religiosa asesinada (una de ellas, la española Ángeles López) huyeron al bosque con un grupo de niñas





Tal y como acaban de confirmar las Hermanas Misioneras Combonianas en un mensaje de su secretaria general, Enza Carini, en la noche de ayer, 6 de septiembre, sufrieron un ataque islamista en Mozambique que le ha costado la vida a una de sus religiosas, la italiana Maria de Coppi.



Sobre las nueve de la noche, unos “terroristas” llegaron hasta su misión de Chipene, en la Diócesis de Nacala, al norte del país, y se cebaron contra las religiosas con una furia desatada: “Destruyeron e incendiaron la iglesia, la casa de las hermanas, el hospital y las máquinas de la misión”.

Lograron escapar

Con todo, el principal e irreparable daño fue el humano, con el asesinato de De Coppi. Además, “las otras dos hermanas de la comunidad, la italiana Eleonora Reboldi y la española Ángeles López Hernández, lograron escapar y esconderse en el bosque, junto a un grupo de niñas”.

Con gran preocupación, Enza Carini explica “estamos intentando evacuarlas lo antes posible, con la ayuda de los Misioneros Combonianos y la Unidad de Crisis de la Farnesina”.

Habían evacuado a la gente

Como destaca OMP, Ángeles López “ya había contado a sus hermanas de congregación los ataques que estaban teniendo lugar en la zona. A unos 10 kilómetros de la misión, la guerrilla había quemado una aldea, asesinado a personas y se había creado el miedo y el terror suficientes para que treinta aldeas más se vaciaran”.

Pese a que la misión comboniana, por precaución, permanecía estos días cerrada y la mayoría de las niñas acogidas habían sido trasladadas a lugar seguro, la misionera española había asegurado que “no tenían intención de abandonar la misión” y que esperaban poder volver a abrir pronto las puertas a su gente: “Contaba cómo se le desgarraba el corazón con la procesión de gente huyendo, niños llorando, corriendo…”.

Tras un mes en barco

Maria de Coppi, a sus 83 años, llevaba 59 años en Mozambique. Una entrega vital que se correspondía con la de las propias combonianas, que llegaron al país africano en 1954. Meses atrás, cuando viajó a su Italia natal y fue entrevistada en ‘L’Azione, la religiosa contó que llegó en 1963 a Mozambique “después de un viaje de 31 días en barco” y cuando el país aún era “una colonia portuguesa”. Tras la independencia, padecieron “una guerra civil insoportable”.

Tras seis décadas encarnada en el pueblo mozambiqueño, De Coppi se había nacionalizado y se sentía “parte de esta tierra y de este pueblo en medio del cual viví mi vida”. Vatican News destaca otra parte de esa entrevista de hace solo un año con L’Azione e impresiona su fraternidad: “Intento estar cerca de la gente, sobre todo escuchando lo que me dicen. A pesar de la pobreza material, escuchar a los demás sigue siendo un gran regalo, es reconocer su dignidad”.

El ‘milagro’ de dos misioneros italianos

Como recoge Treviso Today, además del ataque a la misión comboniana, todas las estructuras eclesiales “fueron incendiadas”. En el caso de dos sacerdotes italianos ‘fidei donum’ que compartían parte de su misión con las combonianas, Loris Vignandel y Lorenzo Barro, también salvaron la vida y huyeron al bosque.  

Avvenire ha tenido acceso a un correo que el hermano Vignandel ha enviado a su Diócesis de Pordenone. En él, relata la dura experiencia sufrida: “En cuanto a mí y don Lorenzo, estuvimos en silencio en la habitación toda la noche. Quemaron todo, derribaron todas las puertas. Excepto la nuestra. Y esto nos hace sospechar mucho: ¿por qué y para qué no tocaron nuestras dos puertas? Parece evidente que las evitaron a propósito, porque sabían que estábamos: no hay otra explicación. Ángeles vino esta mañana para avisarnos de que ya se habían ido. Y así salimos de nuestras habitaciones, incrédulos y felices, pero también tristes y aliviados: todavía nos queda algo por vivir”.

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