Carlos III asume ya su misión como defensor de la fe y supremo gobernador de la Iglesia de Inglaterra, después de la muerte de su madre, la reina Isabel II, en la tarde de ayer. Aunque no será hasta mañana cuando tenga lugar el acto de proclamación, hoy en su primer discurso oficial como rey ha revalidado su compromiso con los 82 millones de anglicanos de los que es la cabeza visible.
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Grabado en el Palacio de Buckingham y emitido a las siete de la tarde, en una alocución que duró aproximadamente diez minutos, además de reconocer la entrega impagable de Isabel II, enfatizó que “el papel y los deberes de la Monarquía también permanecen, al igual que la relación y responsabilidad particular del Soberano hacia la Iglesia de Inglaterra”.
Mi propia fe
Más allá de lo institucional, el monarca subrayó a continuación, con un matiz más personal sobre esta confesión cristiana que es “la Iglesia en la que mi propia fe está tan profundamente arraigada”.
“En esa fe y los valores que inspira, he sido educado para albergar un sentido del deber hacia los demás y para tener el mayor respeto por las preciosas tradiciones, libertades y responsabilidades de nuestra historia única y nuestro sistema de gobierno parlamentario”, expuso a continuación vinculando con sus palabras ese complejo engranaje que vincula a la monarquía con el poder legislativo y con la Iglesia Anglicana.
Continuidad en plena crisis
En cualquier caso, de estas palabras se desprende el deseo de Carlos III de hacer una llamada a la continuidad con la labor realizada en las siete últimas décadas por su madre, en un momento especialmente complejo para Reino Unido, tanto por la crisis económica y política que atraviesa, a la que se añade también el resquebrajamiento de la Commonwealth y su reconocimiento a la Corona británica como garante de la unidad, no solo institucional sino también religiosa.
Amén de estas cuestiones, desde su despacho y con una imagen de la reina fallecida a su lado, admitió que “tenemos la mayor deuda que se puede tener para con una madre por su amor, afecto, por se runa guía y un ejemplo”. “A lo largo de su vida, mi querida madre fue una inspiración y un ejemplo”, elogió con un rostro visiblemente emocionado.
Justo al final del discurso, el nuevo rey de Inglaterra también hizo una alusión explícita a su fe: “A mi querida mamá: comienzas tu gran viaje para unirte a mi fallecido papá. Quiero decirte gracias. Que el vuelo de los ángeles te lleven al descanso”.