Es septiembre y toca vuelta al colegio. El curso trae novedades y no solo por el fin de las distancias y las mascarillas en pasillos y recreos. Y es que alumnos y familias notarán que en algunos cursos comienzan alguna asignatura nueva y un reparto horario diferente.
Más allá de estos aspectos formales, en las aulas comenzarán a recuperarse conceptos como los de competencias, situaciones de aprendizaje o perfil de salida. Y es que este 2022 hay ya una implantación directa en la mitad de los cursos de la Lomloe, la cada vez menos conocida como Ley Celaá, que se aprobó el 29 de diciembre de 2020 tras intensas movilizaciones sociales.
Nueva es también Isabel Bautista, salesiana, que se estrena este curso como profesora de Religión en la ESO y Naturales en 5º de Primaria en las Escuelas Salesianas del Perpetuo Socorro de Rota (Cádiz). Aunque todavía no ha hecho las programaciones, lleva todo el verano dándole vueltas a las novedades después de leerse la ley, los currículos, consultar a algún experto y tomar el contacto con algún curso.
Algo que ha sido común en muchos de los equipos directivos y docentes españoles. Satisfecha por el fin de los protocolos de la pandemia ha descubierto “la renovación que se ha dado en el currículo” de la enseñanza confesional a la que vuelve ocho años después. Espera que, en parte gracias a la orientación pedagógica de la nueva ley, pueda hacer la Religión “más práctica gracias a metodologías como el aprendizaje y servicio”.
Más allá del aula, la “incertidumbre” es la palabra más repetida por Pedro José Huerta Nuño, secretario general de Escuelas Católicas, ante el nuevo curso. Mientras los calendarios escolares se adelantan, el hecho de que “no va a haber tiempo real para adaptar las programaciones puede implicar una desafección de parte del profesorado a la hora de adaptarse al modelo pedagógico de la Lomloe, que es bueno y muy interesante porque aborda de frente la educación por competencias”.
Esta situación, advierte, puede provocar que “se quede sin desarrollar en una buena parte del sistema educativo porque no hay tiempo o no se ha publicado todo. Ahora bien, aunque se genere un cansancio extra, los colegios van a empezar, las clases se van a dar y los profesores van a estar a la altura, y los alumnos no van a sufrir ninguna merma en su educación porque tenemos buenos profesionales”.
Ante esto, la propuesta que Escuelas Católicas llevó al Ministerio de Educación fue que se aplazara un curso la implantación de la ley, pero desde el Gobierno se quería dejar claro “que la aplicación de la ley es imparable”. Esto, para el secretario general, “en la práctica, está suponiendo en este curso una diferencia abismal entre las diferentes comunidades autónomas en lo que se refiere a la implantación. Puede ser que en unas estén al 90% y en otras al 40% o menos, lo que supondrá un desequilibrio importante en nuestro sistema educativo. En algunas autonomías se seguirá con los libros antiguos, pero con los contenidos nuevos, generando una distorsión grande”.