La última jornada de Francisco en Kazajistán ha confirmado el objetivo principal de este viaje: el relanzamiento del diálogo interreligioso como “servicio urgente e insustituible” para conseguir la paz, aspiración suprema de toda la humanidad.
- PODCAST: Juan Pablo I, la persona tras el beato
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Por segunda vez, el Papa ha visitado el suntuoso Palacio de la Independencia para asistir a la lectura de la declaración final del VII Congreso de las Religiones Mundiales y Tradicionales. En la solemne ceremonia han participado los 80 líderes religiosos del mundo entero que abrazan el abanico de los más importantes credos del planeta: cristianos (católicos, protestantes, ortodoxos), musulmanes (sunitas y chiitas), judíos (sefarditas y askenazes , budistas, taoístas, hindúes, animistas africanos y amazónicos.
Jorge Mario Bergoglio ha agradecido a todos los presentes estos días de intercambio, trabajo y compromiso “bajo el signo del diálogo que tiene un valor más precioso durante un período tan difícil al que, además de la pandemia, se agrega el peso de la locura insensata de la guerra”.
Apoyándose en la declaración asumida por todos los asistentes, rebatió su idea tantas veces repetida de que “el extremismos, el radicalismo, el terrorismo y cualquier otra incitación al odio, a la hostilidad a la violencia y a la guerra, cualquier motivación u objetivo que se propongan no tiene relación alguna con el auténtico espíritu religioso”. Una aclaración que pretende poner fin a toda confusión.
Los jóvenes y las mujeres
No ha querido dejar pasar esta última ocasión para reafirmar con toda su autoridad que “el camino del diálogo interreligioso es un camino común de paz y por la paz y, como tal, es necesario y sin vuelta atrás. El diálogo interreligioso ya no es solo una posibilidad, es un servicio urgente e insustituible para la humanidad, para alabanza y gloria del Creador de todos”.
Sin dejarse llevar por la ingenuidad, el Pontífice no puede permitirse el lujo de ignorar cuanto está sucediendo no lejos de las fronteras del país que visita, pero, sin citarla expresamente ni una sola vez, estas palabras suyas deben aplicarse a la guerra en Ucrania: “La paz -destacó- es urgente porque cualquier conflicto militar o foco de tensión y de enfrentamiento hoy, no puede más que tener un nefasto ‘efecto dominó’ y compromete seriamente el sistema de relaciones internacionales”.
Después de resaltar el valor inestimable de la paz, quiso reafirmar que, “si falta la paz, es porque falta el cuidado, la ternura, la capacidad de generar vida y por lo tanto hay que buscarla implicando mayormente a la mujer”. Y aún quiso añadir otra tercera palabra: los jóvenes, porque “las lógicas de dominio y de explotación, el acaparamiento de los recursos, los nacionalismos, las guerras y las zonas de influencia trazan un mundo viejo que los jóvenes rechazan, un mundo cerrado a sus sueños y esperanzas”.
Antes de dirigirse al aeropuerto de Nursultán para emprender el viaje de regreso a Roma (donde está prevista su llegada a las 20:30), estrechó las manos de todos los que le han acompañado en las tres jornadas del Congreso y en las que han trabajado “como tejedores de esperanza y artesanos de concordia, mensajeros de la paz y la unidad”.