“España tiene un problema de aporofobia, no de racismo. Tenemos miedo a los migrantes porque son pobres, no porque sean diferentes”. Así de contundente lo apunta el director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Xabier Gómez, OP.
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Durante un encuentro con periodistas para presentar la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2022, que se celebra este domingo 25 de septiembre con el lema ‘Construir el futuro con los migrantes y los refugiados’, el sacerdote dominico anima a tejer “políticas de igualdad” con los migrantes para no “cronificar la precariedad”.
Al Departamento de Migraciones de la CEE –red que conforman las 70 delegaciones o secretariados diocesanos de Migraciones– el lema de esta 108ª Jornada no les resulta ajeno, pues “venimos construyendo desde hace tiempo y queremos ponerlo en valor. La Iglesia lleva muchos años trabajando por una acogida integral”. “Para nosotros es importante hacerlo junto a las personas migradas, porque no queremos hacernos portavoces”, advierte Gómez.
En este sentido, reconoce que “la principal preocupación de nuestra pastoral es que intentemos dejar de mirar a las personas migradas con esa adjetivo. Si no lo hacemos, no vamos a tener con ellos una relación de iguales”. “Las personas migradas no quieren paternalismos, quieren ser vistos en igualdad”, agrega, mientras relata la historia de un migrante que llegó a su parroquia para ofrecerse como colaborador y lo derivaron a Cáritas dando por hecho que era una persona necesitada de ayuda.
“No estaremos tranquilos mientras se siga muriendo en el mar”
Echando la vista a la Frontera Sur, el dominico afirma que “no nos vamos a quedar tranquilos mientras siga muriendo una sola persona en el mar o en cualquier proyecto migratorio”.
El también coordinador del Observatorio de Derechos Humanos Samba Martine, manifiesta su preocupación por la “vulneración de derechos” que tienen lugar en las fronteras, por eso, “como Iglesia, no podemos dejar de alzar la voz para conseguir otra forma de regular los flujos migratorios, que ponga la dignidad de la persona y el bien común de la sociedad en el centro”.
Una vez más, el dominico clama contra el cierre de los CIE y pide que se busquen alternativas a “estas otras fronteras que están en el centro de nuestras ciudades”.
Contra la utilización del sufrimiento
En otro orden, Gómez apuesta por ir más allá en la defensa de la vida: “Es coherente que la Iglesia, en su defensa de la cultura de la vida, promueva y defienda a las personas migradas, porque nos enriquecen”.
Sobre la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para llevar al Congreso de los Diputados el debate sobre la regularización de las personas migradas, el religioso reconoce la importancia de que se les permita el acceso al mercado laboral en condiciones dignas que evite “que estas personas sobrevivan en la irregularidad”. De hecho, celebra el nuevo reglamento de extranjería, pues “apunta soluciones”, pero “es una reforma que podría ser más ambiciosa”.
En lo intra eclesial, propone impulsar “comunidades acogedoras y misioneras”. Asimismo, para transformar los prejuicios en acogida “debemos fomentar la escucha”. Y asevera: “No podemos sentarnos a organizar protocolos sin antes ponernos a la escucha de las necesidades”.
Gómez expresó también su malestar con la utilización del sufrimiento de los migrantes “para un uso político o partidista”. “No son objeto de manipulación”, recalca.
Foto: Dominicos